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Chile

A pocos días de embarcarse rumbo a Qatar, la ministra de Medio Ambiente habla de cómo debe ser la estrategia de Chile frente al cambio climático.

28 de Noviembre 2012.- En la jerga del cambio climático las siglas se han instalado como un nuevo lenguaje. Hoy hay dos que los chilenos debemos tener muy en cuenta: MAPS y NAMA. La primera, se refiere a Acciones, Planes y Escenarios de Mitigación (Mitigation Actions Plans and Scenarios) y es un proyecto que el ministerio de Medio Ambiente echó a andar en enero pasado para que organismos públicos, privados, ONG y academia recaben información acerca de la cantidad de emisiones de CO2 que el país produce y las posibles acciones para reducirlas. La segunda, es una Acción Nacional de Mitigación Adaptada y Chile fue el primer país en el mundo en poner una NAMA en el plan de la ONU que reconoce estas acciones como un mecanismo para reducir emisiones. Esa primera NAMA se refiere a acuerdos de producción limpia y es financiada por el Estado chileno. Pero ahora acaban de subir una nueva, vinculada al sector forestal, que busca financiamiento internacional.

Ir a buscar socios para el desarrollo de otras NAMAS es una de las misiones de la agenda que la ministra de Medio Ambiente, María Ignacia Benítez, prepara para su participación en la próxima cumbre climática, que comenzó en Qatar esta semana.

Todo para cumplir con la meta de reducir el 20% de las emisiones de CO2 que Chile tendría en 2020, de no mediar ninguna política de mitigación.

¿Qué está haciendo el país para cumplir esta meta de reducciones?

El compromiso voluntario de Chile es reducir un 20% sus emisiones al año 2020, tomando como base las emisiones del año 2007. Para ese cálculo es que estamos haciendo, entre otras cosas, el proyecto MAPS. Esto nos permitirá construir distintos escenarios, para ver cuál va a ser el camino para enfrentar este desafío de nuestro compromiso voluntario del 2020. Ya están participando activamente el sector privado, público, ONG y la sociedad civil. Es un trabajo integrador y eso es relevante, porque son decisiones que involucran al país como un todo. Hemos contado con el apoyo del ministro de Hacienda, Felipe Larraín, porque también ha entendido como algo prioritario para el país tener esta línea base y poder construir distintos escenarios y elegir el más eficiente para cumplir con nuestra meta. Esto se va a desarrollar durante este año y el próximo.

¿Dentro de MAPS se define la cantidad de toneladas  que tendríamos al 2020?

Se espera del orden de 100 millones de toneladas para 2020.

¿Ya hay información de cuáles son los sectores más vulnerables y cuáles lo están haciendo mejor en esta materia?

Claramente, los sectores que más aportan a la emisión están definidos: todo lo que significa, no el sector eléctrico solamente, sino el sector energético en su conjunto. Porque la gente lo asocia a las emisiones de las centrales a carbón y no es así. Estamos hablando de todo lo que consume energía. Es decir, transporte, industrias, el sector residencial y la generación eléctrica. El transporte es un gran actor, es un gran consumidor de energía.

En ese contexto, en Chile estamos en un problema con la matriz energética, que requiere un acuerdo país. ¿Por dónde cree usted que deberían ir las grandes decisiones?

Por eso es tan importante tener el desarrollo del proyecto MAPS, porque hay mucha información de los sectores acerca de cuáles son sus verdaderas capacidades de reducción. Esta información va a permitir decir, por ejemplo, este porcentaje de toneladas lo vamos a poder reducir si, por ejemplo, nos cambiamos todos a autos eléctricos, por inventar algo. Eso tiene un costo de tanto. Otra: plantar árboles en una cantidad X, eso cuesta tanto y se topa con el problema de que no tenemos suficientes terrenos públicos. Pones sobre la mesa muchas alternativas, y en un mix adecuado te pueden dar la mejor forma en costo y eficiencia para cumplir ese compromiso.

¿No hay nada que se pueda adelantar aún?

No. Imagínate que este proyecto partió en marzo y tiene dos años de duración. Estamos terminando la línea base y el próximo año vamos a trabajar en los escenarios. Pero no estamos esperando sólo estos resultados. También hemos hecho esfuerzos por implementar NAMAS, identificar aquellas que aportan a la disminución de emisiones y que van a ser parte del modelo de reducción de emisiones. Subimos la primera y fuimos el primer país del mundo en poner una NAMA enteramente financiada por Chile con Acuerdos de Producción Limpia, y acabamos de subir otra, del área forestal, que busca financiamiento internacional. Eso también suma a la disminución.

Para lograr estas transformaciones, se requiere cambiar los sistemas de producción.

Tienes que llegar a un mix de soluciones. Porque el país que tenemos, largo, que es un poco como una isla, es distinto a cómo funcionan países  en Europa, donde están todos muy integrados, donde el que tiene agua transmite electricidad a los otros países sin mucho problema. Acá es bien difícil eso. Entonces, la mirada que tenemos que tener como país es más bien en solitario. Cuáles van a ser nuestras acciones. No tenemos muchas posibilidades de interactuar con nuestros vecinos muy fácilmente; por barreras geográficas y muchas otras.  

Ahora viene la COP en Qatar, ¿cuál es la estrategia de Chile para esa cumbre?

Pensamos que la COP se va a centrar en dos temas. Uno, se acaba el Protocolo de Kioto el 31 de diciembre y habrá que ver qué pasa con los países anexo B y cómo va a seguir esto, hasta que haya un segundo período. El otro tema es cómo va a ser la implementación del Fondo Verde (en que los países desarrollados ayudan a los que están en vías de desarrollo). Eso no ha quedado claro. Como parte de los países de la convención marco, tenemos que estar presentes; pensamos que va a haber un acuerdo vinculante y tenemos que estar preparados para eso.

¿Van a buscar financiamiento para algunas iniciativas, como la NAMA forestal?

Va un equipo multisectorial de distintos ministerios, gente de  Agricultura, Cancillería, Hacienda, Energía y Medio Ambiente. Es el equipo que trabaja todo el año preparándose para este viaje a la convención. En el marco del segmento ministerial, me reúno con los distintos países donantes, para que podamos presentar nuestras propuestas. Vamos a juntarnos con Alemania, Reino Unido, Suiza, y una ONG británica. Muchas de las reuniones se confirman allá.

Además de la forestal, ¿hay otra NAMA que busque financiamiento?

Hay una en energía y otra en transporte, que estamos resolviendo en estos días. La NAMA forestal se refiere a una estrategia de fomento  para las nuevas plantaciones y el  manejo sustentable del bosque nativo. La idea es poder mantener e incrementar la captura neta de CO2.

En su último año de gestión,  ¿cuál es el objetivo?

Cuando asumimos como gobierno había muy poca regulación ambiental. Gran parte de los recursos se los comía la evaluación ambiental de proyectos. Ahora, con una nueva institucionalidad, nos pudimos enfocar en eliminar normativas atrasadas y regulatoriamente hemos avanzado muchísimo. Esto nos permite no sólo regular, sino darnos cuenta de cuáles son aquellas mega fuentes que uno tiene que regular primero para producir una baja en emisiones que se traduzca en una mejora de calidad de vida para todos. Veo que lo que se hace necesario es reformular la política ambiental de comienzo de los 2000 hacia una nueva mirada, porque Chile ha cambiado mucho; no sólo pasa por un ingreso distinto, sino por una participación de la sociedad en estos temas y por problemas globales que hace 12 años no se miraban con la profundidad con que se miran hoy. El gran desafío es poder avanzar a una política de desarrollo sustentable con esta nueva mirada de país y de los problemas que hoy existen.

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