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Honduras

Experiencia única de minería artesanal trabajando junto a minería industrial

27 de Noviembre 2012.- Johanna Corea aún recuerda el frío que sintió en su piel la primera vez que durmió en la terminal de buses de Bonanza. Después lo tuvo que hacer por seis meses seguidos. Esa vieja estación se convirtió en su hogar y se tuvo que acostumbrar a esa sensación en su cuerpo.

Ella junto a su esposo, Eduardo Álvarez, llegaron a comprar y a vender chatarra hace 14 años a ese pequeño poblado de mineros, pero les fue mal, y sin dinero para regresar se vieron obligados a refugiarse en la terminal de buses.

En la cabina de la destartalada camioneta en que trabajaban dormían abrigados sus dos hijos y en la tina se tenían que acomodar Johanna Corea y su marido. En la mañana se bañaban en un pequeño río cerca de la terminal de buses y después se ponían a buscar trabajo en lo que fuera.

“Mi familia me decía que regresara a Rivas, que allá tendríamos trabajo, pero yo insistía que aquí en Bonanza había muchas oportunidades”, dice.

Cuando la terquedad pudo más

Empezaron como ayudantes de mineros artesanales, pero los ponían a hacer los trabajos más pesados. Pero la terquedad de Corea podía más. Cuando estaban a punto de desistir, un señor les dio la oportunidad que esperaban.

Esta mujer bajita, de hablar rápido y de mirada fuerte, es conocida en el pueblo como “La Chatarrera”, pero también la llaman “La Inmigrante”, como se les conoce a todos los que llegan de otros municipios seducidos por la fiebre del oro.

Actualmente, Corea trabaja como minera artesanal independiente en cinco manzanas de tierra. Comenta que como se gana también se pierde, porque nadie les puede asegurar que en las rocas que pican todos los días habrá oro. “Hay tiempos de vacas gordas, pero también de vacas flacas”, insiste.

En el último mes su esposo ganó C$65,925. Una cifra similar ganó ella. “Ganamos mucho más de lo que gana alguien que estudió en la universidad, pero igual estamos en un trabajo duro, no es fácil”, agrega en tono confidente.

Un pueblo de oro

En Bonanza hay oro y mucho, confirma Álvaro Peralta, Gerente General de Hemco, la empresa que ganó la concesión de explotación minera en el municipio desde 1995.

US$300,000 semanales se mueven semanalmente en Bonanza. El 80% de la población económicamente activa se dedica a la minería, y, además, se generan muchos trabajos de manera indirecta.

Según Peralta, son 12,000 hectáreas de terreno disponibles para explotación minera. De esas, 100 están dedicadas a minería industrial con una capacidad de extracción de 100 toneladas diarias. Mientras la minería artesanal tiene capacidad de sacar tres toneladas al día.

“Hay una reserva de oro para los próximos 10 años, pero la verdad es que oro hay para largo porque mucho no se ha descubierto”, comenta.

Al año, entre la minería industrial y la artesanal, se generan ganancias de unos US$7 millones.

Trabajo en conjunto

En Bonanza se desarrolla una iniciativa única en minería. Tanto mineros artesanales como Hemco, como empresa minera industrializada, han logrado trabajar juntos. Un reto nada fácil, tomando en cuenta el temor de la población acostumbrada a ver a la empresa minera como el enemigo.

Peralta indica que han querido asumir otra imagen e involucrarse con la comunidad. Hemco empezó a trabajar con la privatización de la minería en 1994 cuando ganó la concesión minera del municipio de Bonanza.

“Empezamos con una visión diferente de cómo hacer minería. Pues creemos que tiene que desarrollarse toda la comunidad junto con la empresa”, menciona.

En la minería artesanal trabajan unos 4,000 güiriseros que estaban acostumbrados a trabajar con falta de seguridad jurídica, conflictos por el espacio de explotación, uso de mercurio, contaminación del agua, y, sobre todo, trabajaban de manera insegura.

Tecnología a güiriseros

Al respecto, el representante de Hemco menciona que se les ha empezado a impartir talleres de seguridad en el trabajo y de cuido del medioambiente. “Encontramos que tenían falta de tecnología y medios para optimizar recursos, por eso se han instalado planteles de procesamiento mineral para recuperar el 80% del mineral que ellos extraen”, manifiesta.

También se les brinda asesoría de geólogos para encontrar las mejores vetas de oro. Pero Hemco no se ve como una empresa asistencialista, ni lo ve como parte de su responsabilidad social empresarial. “Tampoco es que somos buena gente, simplemente somos socios y tenemos una visión distinta”, insiste Peralta.

Pueblo vicioso

El presidente de la Cooperativa de Pequeños Mineros Artesanales, Coopemin, Ángel Blanco Reyes, dice que la mayoría de sus asociados empezaron como güiriseros en los años 60. “Aquí todos trabajaban como nómadas porque todos andaban buscando oro por donde se les ocurriera”, comenta.

Actualmente los 209 socios venden la materia prima a Hemco. “Hay ganancias de unos C$600,000 semanales para todos. Ya no nos miran con el rabo del ojo, porque generamos riqueza”, agrega.

En tanto, Concepción Aráuz, de la Cooperativa de Mineros Artesanales de Bonanza, Minerbon, asegura que no ha sido un proceso fácil, porque la pequeña minería artesanal ha ido creciendo y el principal problema que tienen es la alta tasa de migración.

“Con tan pocas ganancias, un trabajo tan pesado comprendo que por decepción se van a beber guaro a las cantinas del pueblo”, dice.

Ahí quedan las ganancias

El pueblo está lleno de tragamonedas y de bares. El mercado de Bonanza se llena todas las tardes de mineros que llegan a dejar gran parte de sus ganancias ahí. La mayoría en los vicios.

“Hay demasiado desperdicio de dinero, porque la mayoría de mineros son analfabetos y no saben invertir sus ganancias”, indica Blanco Reyes.

Asimismo, indica que conocen que en un día cualquiera en cada máquina tragamoneda se dejan unos C$13,000.

“Es mucho dinero el que anda circulando el pueblo, pero no se ve porque casi todo se malgasta”, comenta.

No se puede regular

Miguel Antonio Duarte llega todos los días a los tragamonedas cercanos al mercado. Gasta C$1,000 diario más el consumo. “A veces gano, otras pierdo”, comenta.

Gana C$40,000 al mes y deja aproximadamente C$30,000, y unos C$3,000 en licor. Al final queda con unos C$7,000 que no invierte, pues su esposa e hijo lo dejaron porque no aguantaron sus “fiestas”.

El secretario del Concejo de Bonanza, José Luis Solórzano, menciona que este es un pueblo bendecido, pero la gente no ha sabido sacar provecho de las riquezas que se generan. “Los negocios tienen impuestos de tasa fija que no se ajustan a la realidad de lo que ganan”, insiste.

En Bonanza hay 35 bares y cinco negocios de tragamonedas registrados fiscalmente por la Alcaldía, pero se conoce que extraoficialmente funcionan otros negocios sin permiso.

Solórzano dice que con el “boom del oro” a partir de los últimos años la población ha crecido, pues pasaron de tener 24,000 habitantes en 2009 a más de 40,000 en este año.

Johanna Corea sabe que no siempre podrá ser minera porque su cuerpo se cansará algún día. Pero por eso quiere ahorrar todo lo que pueda.

“Quiero ser recordada en este pueblo como la inmigrante que vino a dar el ejemplo del trabajo duro y de salir adelante”, mencionó.

Proyectos a futuro

Actualmente la Alcaldía de Bonanza, en conjunto con Hemco, está trabajando en un plan de ordenamiento territorial, porque una de las prioridades debe ser la protección del agua municipal.

Ángela Fernández, de la Dirección General de Minas, explica que parte de ese mismo proyecto contempla el establecimiento de una delegación para darles seguimiento a los mineros de Bonanza.

“La migración no se puede evitar, pero se pueden buscar alternativas para descongestionar el municipio, como se está explorando en otros cercanos, y además tener mejor infraestructura para recibir a los mineros”, indica.

Según el censo de mineros artesanales de la Dirección General de Minas, se les dará una credencial donde se les reconoce espacio para desarrollar su actividad.

Contrastes en la población del oro

Mientras la tierra se traga el sudor de centenares de cooperados que buscan el oro, los fines de semana o los días de descanso las tragamonedas se tragan las ganancias de los mineros

US$ 7 millones en ganancia generan la minería industrial y la artesanal

35 bares y cinco negocios de tragamonedas existen en el poblado

209 socios de cooperativas venden la materia prima a Hemco

4,000 güiriseros trabajan en la minería artesanal

40,000 habitantes es la población de Bonanza

US$300,000 semanales se mueven en Bonanza

"Debemos trabajar para proteger el agua del trabajo de minería, porque si no la cuidamos todo lo que hicimos veremos que no valió la pena”

Álvaro Peralta
Gerente General de Hemco

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