Colombia
En Colombia, la bonanza ha sido más petrolera que minera.
16 de Noviembre 2012.- Ha habido una efervescente actividad petrolera y minera en Colombia en los últimos diez años, con sus más y sus menos. Después de casi dos décadas de precios internacionales moderados, la demanda de China y otras economías, así como el lento crecimiento de la oferta, impulsaron hacia arriba las cotizaciones del petróleo, de algunos minerales y de los alimentos, de manera vertical y sostenida.
Las economías latinoamericanas han experimentado una ‘reprimarización’ de su exportaciones y desaceleración del crecimiento de la industria. Ha resurgido la preocupación por el patrón de crecimiento de estas economías y viejos fantasmas relacionados con la vulnerabilidad de las economías que se especializan y exportan, sobre todo bienes primarios. Se ha cuestionado la tesis del deterioro secular de los términos de intercambio, porque se ha visto que no han caído los precios de los commodities en el mediano plazo, pero ha vuelto el interés por la teoría del desarrollo: el dualismo, la política industrial, la difusión del cambio técnico, las fallas del mercado, los encadenamientos, la agregación de valor, la calidad del empleo y la reducción de la desigualdad.
La crisis financiera del 2008, con su impacto en Estados Unidos y Europa, y sus repercusiones en el mundo, suscitó medidas proteccionistas e instrumentos de apoyo financiero a sectores industriales tradicionales generadores de empleo en las economías desarrolladas. Las entidades multilaterales como el Banco Mundial y el BID le han dado recientemente su bendición a las políticas ‘productivas’ y se preguntan cómo volver la ‘maldición de los recursos naturales’ una fuerza creativa. Las políticas de promoción de la competitividad y la productividad, tan en boga en los años de la primera década de este siglo XXI, limitaban el papel del Estado a la provisión de infraestructura y capacitación, y a la facilitación de los trámites. Estos instrumentos de incidencia horizontal, se han ido transformando para involucrar cada vez más instrumentos de estímulo a sectores específicos.
En Colombia, la bonanza ha sido más petrolera que minera. Pero la suma de los hidrocarburos y minería representa más del 70% de las exportaciones y el 57% de la inversión extranjera. Las regalías han aumentado como resultado del crecimiento de los precios y la producción de estos productos hasta llegara casi a 9 billones de pesos este año. Pero hay incertidumbre sobre el verdadero potencial del país, en vista de los precarios nuevos descubrimientos y del bajo conocimiento de la riqueza minera.
¿Cómo hacer para aprovechar esta ventana de oportunidad para impulsar el desarrollo económico? Otros países como Noruega y Brasil han tenido medidas adecuadas para transformar las bonanzas en una oportunidad. Noruega ha sido muy exitosa en controlar los efectos macroeconómicos adversos, en promover la inversión en ciencia y tecnología, el ahorro, y el fondeo pensional, a partir de un consenso social y unas instituciones muy fuertes. En Brasil, con un modelo económico y político que permite usar del poder de compra del Estado para fortalecer la industria local, hay un programa de desarrollo de proveedores de la industria petrolera que involucra a la Presidencia y a todo el Gobierno, así como a la empresa de petróleos (Petrobras), que se caracteriza por el diálogo público-privado, con horizonte de mediano y largo plazo, con resultados interesantes para la petrolera, así como para las empresas de ingeniería, montajes industriales, construcción y otros, que se han convertido en transnacionales competitivas en el resto del mundo.
En Colombia, se avanza en el ámbito macroeconómico al haber establecido una regla fiscal que permite ahorrar parte de los excedentes mineros y petroleros, pero que deja un espacio para la inversión pública, en reconocimiento de los grandes cuellos de botella que enfrentan los emprendedores con vocación exportadora en el país. También se adelantó la reforma del Sistema Nacional de Regalías y se previó una inversión del 10% de esta en proyectos de ciencia y tecnología. Pero se ha adelantado poco en la implantación de políticas productivas para el sector de minería e hidrocarburos.
Podría evaluarse la posibilidad de convocar a las empresas operadoras y a sus proveedoras para que con el concurso de las entidades públicas diseñen un plan de negocios a 10 años, que parta de reconocer las fortalezas y las brechas de cada eslabón de la cadena con respecto de los mejores estándares mundiales, y que elaboren un plan de acción para ir reduciendo esas brechas, en los segmentos que tengan potencial. De esa manera, se podría aprovechar la bonanza para la construcción de capacidades nacionales, en alianza con actores extranjeros, capaces de atender oportunamente los requerimientos de las empresas minero-energéticas establecidas en Colombia, así como de otros sectores tales como la infraestructura de vías y puertos, y las plantas industriales y agroindustriales del país y el extranjero. Se trata de estructurar un sector del programa de transformación productiva, PTP, hoy administrado por Bancoldex, para la cadena de petróleo, minas, bienes y servicios conexos, y garantizar, así, que algo se siembre, a partir del actual boom del sector.
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