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Chile

17 de Diciembre de 2010.- Cada noche, los mineros chilenos rescatados luego de permanecer 69 días bajo tierra vuelven al socavón en sus pesadillas. Todos han recibido ofertas laborales del gobierno y muchos aún disfrutan de la fama alcanzada tras la hazaña, pero el miedo a la oscuridad parece estar lejos de ser vencido.

Los 33 quedaron atrapados bajo más de 700.000 toneladas de rocas que el 5 de agosto obstruyeron la salida de la mina San José, 850 kilómetros al norte de Santiago, sepultándolos durante más de dos meses en un refugio con 40 grados centígrados y 90% de humedad.

"Me da angustia quedarme solo. Me he puesto llorón, demasiado llorón para mi gusto", contó a la AP Omar Reygadas, de 56 años.

Los mineros están con licencia médica, por lo que continúan recibiendo sus sueldos. Algunos tienen problemas dentales o de piel. La mayoría recibe asistencia de psicólogos.

"Es lo que tenemos todos, el tema del sueño y las pesadillas. De repente nos da angustia estar solos", dijo Reygadas.

La odisea que vivieron cambió en muchos la valoración de su entorno.

"La vida hay que disfrutarla, estar más con los de uno... No estaba mucho con la familia, estaba con los amigos, salía. Ahora prefiero a la familia", fue lo que aprendió Daniel Herrera.

Desde su rescate el 13 de octubre, los 33 se han reunido en cuatro ocasiones: en una cena ofrecida por un empresario minero, en el palacio de La Moneda con el presidente Sebastián Piñera, en Estados Unidos invitados por un programa de televisión y durante una emisión especial de la televisión chilena destinada a recaudar fondos para niños discapacitados.

Algunos tienen viajes pendientes a Israel, República Dominicana y Grecia.

A varios, como Edison Peña, la vida les cambió para mejor: corrió el Maratón de Nueva York, fue invitado del programa de David Letterman y cantó a dúo con Olivia Newton­John.

Pero no todos han logrado mantener la fama. El boliviano Carlos Mamani sigue viviendo en la barriada pobre Padre Negro, en una casa de emergencia, sin alcantarillado ni agua potable y toma la luz del tendido público.

Los mineros se comprometieron a no revelar lo sucedido durante los primeros 17 días de su entierro, cuando en el exterior aún no se sabía que estaban vivos, a la espera de ofertas económicas para lanzar un libro y más de una película.

Se sabe poco de ese período: comían dos cucharadas de atún cada dos o tres días, bebían un sorbo de leche, algunos agua contaminada y unos pocos su propia orina, según reveló José Ojeda.

El director chileno Rodrigo Ortúzar espera comenzar en 2011 a rodar "Los 33", su versión de la historia.

"Hay otras conversaciones con otros medios, con otras productoras y vamos a ver cuál nos conviene más", dijo Reygadas.

Sus más de 300 compañeros de la mina que se salvaron del accidente han quedado cesantes. Los acreedores de la compañía San Esteban, que explotaba el yacimiento, aprobaron liquidar activos para pagar sus indemnizaciones en tres cuotas. Como aún no recibieron el finiquito, no pueden buscar trabajo en otra empresa.

Los 33, en cambio, recibieron una oferta laboral de Codelco, la mayor productora mundial de cobre. Casi todos se reunieron en privado con el ministro de Minería, Laurence Golborne, quien además les ofreció asesoría legal.

La trágica experiencia de los 33 puso sobre el tapete el tema de la seguridad laboral en las minas de Chile. Entre 1990 y 2005 murieron 742 mineros en 650 accidentes.

El Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) permitió el funcionamiento de la mina San José pese a que entre 2001 y 2010 tres trabajadores murieron y dos sufrieron la amputación de una pierna. La clausuró en 2007, pero la reabrió al año siguiente luego de que San Esteban presentó proyectos de ventilación, sistemas eléctricos y fortificación. Pero la mina ni siquiera contaba con una salida adicional de emergencia y su toma de aire tenía escaleras en menos de 100 de sus 800 metros.

El director regional del Sernageomin de Atacama, Mariano Gajardo, admitió en una entrevista con AP que su servicio fue en parte responsable del accidente.

"Esta mina había que haberla priorizado en el número uno" pero los ingenieros fiscalizadores "no tuvieron el tino" de hacerlo, dijo Gajardo, quien adjudicó el derrumbe a una "explotación irracional".

El Sernageomin posee sólo cuatro inspectores para controlar la seguridad de unos 2.500 yacimientos en el norte chileno.

Tras el derrumbe en la mina San José el Sernageomin cerró cinco minas en Atacama, pero Lorena Martínez, jefa de Prevención de Riesgos del Instituto de Seguridad Laboral de esa región aseguró que no se trata sólo de clausurar o aumentar la fiscalización sino de apoyar a las pequeñas medianas explotaciones a costear y aplicar normas de seguridad (Terra).

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