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Chile

10 de Diciembre de 2010.- Diego Hernández, en cosa de un semestre, ya ha calibrado la magnitud del desafío que asumió al tomar las riendas de Codelco, uno que se resume en hacer las cosas urgentes que la empresa requiere o dejar que se enrede en el deterioro crónico. De eso y, sobre todo, del entorno de precios y costos en que se desenvuelve la corporación conversó con DF.

­El precio del cobre no para de sorprender. ¿Qué variables están impactando, cuánto hay de demanda real y cuánto de inversión (o especulación) financiera?

­La tendencia de mediano y largo plazo de los commodities se mueve por la oferta y la demanda y si bien hay factores especulativos que pueden influir, no los veo incidiendo a más de seis meses. Así que diría que el precio del cobre está alto porque los fundamentos son sólidos, porque la demanda está firme y porque tiene al frente a una industria a la cual le ha costado responder a esa demanda.

­¿No hay un efecto financiero?

­Con la crisis financiera existe volatilidad en todo y eso también se refleja en el precio del cobre, así que en el corto plazo el precio va a seguir teniendo volatilidad. Pero insisto que los fundamentos son sólidos para que el precio esté en el rango más alto en el corto mediano plazo (en el próximo par de años) y en niveles similares a los actuales, superiores a los que el mercado ve como de largo plazo (de unos US$ 2,3). El próximo año también se ve firme a pesar de que entrarán en producción unas 1,3 millones de toneladas adicionales.

­Hay bancos de inversión que ven el precio en un peak de US$ 5 la libra.

­Eso me parece bastante especulativo. Se pueden hacer ejercicios teóricos y justificar eso, pero hay producción que entra ahora al mercado y eso avala a otros analistas que están suponiendo que el techo está en los 4 dólares y que no va a subir más que eso.

­¿Cómo incide este escenario de precio sobre los planes de Codelco, ya que hay divisiones que tienen leyes y costos de producción diferentes?

­Con estos precios cualquier faena en producción va a ser rentable. Ahora, no olvidemos que los costos han aumentado y lo han hecho fundamentalmente por factores exógenos, como la tasa de cambio, los costos de la energía, etc. (…) Chile ha perdido competitividad por el costo de la energía, que es mucho más alto que antes, a lo que se suman los factores mencionados y otros como el agua, que va a ser más cara, y las leyes más bajas. La suma de todo esto explica que en los últimos cinco años los costos hayan aumentado en alrededor de 50% a 60% en términos absolutos, en especial por factores que no controlamos.

­¿Cuánto inciden esos costos no controlables y cómo los visualizan?

­En lo que se refiere a la tasa de cambio obviamente no nos podemos quejar, porque tenemos buena parte de la responsabilidad por la baja. En lo que en sí tenemos que tener cuidado es en el aumento de los costos estructurales, como el de la energía, que puede estar 60% a 70% más alto y en donde no se ve que pueda bajar porque la matriz energética en el norte es principalmente carbón y es difícil de cambiar. Otro costo que ha aumentado es el de remuneraciones, pero lo ha hecho sobre todo por los bonos de negociaciones colectivas, que también están conectados al precio del cobre, en donde nos hemos cuidado de transferir eso a costos permanentes. El agua también es un problema complicado, que tiene costos distintos dependiendo de las faenas.

­¿Hay algo que puedan hacer para tenerlos más controlados?

­En el agua algún esfuerzo común puede redundar en ventajas para todos, pero es difícil construir los acuerdos porque las situaciones son distintas para las faenas. Eso puede cambiar en el caso de las nuevas faenas porque todas tendrán problemas para acceder a agua en condiciones competitivas.

­Y en esos casos habrá que hacer proyectos para desalar en conjunto o traer agua del sur, como sugiere ese plan de acueducto submarino.

­Sobre traer agua del sur, no creo que Chile se caracterice por exceso de pluviometría al menos en la zona central, por lo que no creo que sea una solución sustentable en el largo plazo, creo que es algo que hay que ver con mucho cuidado. Yo buscaría más bien soluciones que asuman que el agua en el norte, ya sea que la desales o la bombees, al final exige energía, lo que nos obliga a ser más competitivos en el costo de la energía. En la medida que esta sea más alta que el promedio en el exterior, estamos en desventaja.

­¿Cómo bajar el costo si la generación termoeléctrica no es bien percibida y mitigar sus impactos es costoso?

­Ese es un problema no resuelto porque todos quieren más energía pero nadie quiere tener problemas ambientales. Y resulta que los problemas ambientales que se puedan generar del aumento de la capacidad instalada se pueden mitigar. Estar en una postura de no más plantas significa que el país no se va a poder seguir desarrollando. Ahí es importante que todos los sectores, sobre todo el Estado, indiquen una política energética de largo plazo que considere todos estos factores. Las plantas a carbón pueden tener distintos niveles de emisión dependiendo de la tecnología y hay que tener claridad de eso.

­¿Es imaginable un sector minero como el que muestran las proyecciones a cinco años sin un mayor parque termoeléctrico y sin energía nuclear?

­De ninguna manera porque todas estas inversiones mineras que han sido anunciadas requieren de más energía, así que tenemos que tratar mucho más mineral para producir lo mismo, lo que significa que el cobre que vamos a producir va a tener una componente de energía más alto, no menor que el actual. Eso hay que abordarlo en forma responsable y con una visión de largo plazo, de modo que podamos hacer inversiones que puedan amortizarse y depreciarse en plazos más largos (DF).

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