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Chile

5 de Abril de 2011.- El terremoto y tsunamis que devastaron puertos, carreteras y fábricas en Japón el mes pasado reavivaron los temores sobre la vulnerabilidad de la industria minera en Chile, otro país altamente sísmico.

Chile, el mayor productor mundial de cobre, aún se está recuperando de un enorme terremoto que el año pasado sacudió al centro y sur del país, y generó daños y pérdidas de productividad por unos 30.000 millones de dólares.

La industria minera, focalizada mayormente en el norte del país y lejos del epicentro del terremoto de magnitud 8,8 que sacudió el año pasado a Chile, salió indemne de ese sismo.

Sin embargo, las escenas de devastación en Japón podrían avivar los esfuerzos de lo industria minera para intentar blindarse de un feroz terremoto en los próximos años.

En especial, luego de que un accidente paralizó un puerto clave en el norte chileno a fines del año pasado y forzó a Collahuasi, la tercera mayor mina de cobre del mundo, a declarar la fuerza mayor sobre sus envíos por más de tres meses, lo que ayudó a impulsar los precios del cobre a máximos históricos.

"Esto es probablemente un llamado de atención para las mineras", dijo Mathew Fernley, analista de GMP Securities.

Tras el terremoto de febrero del 2010, las mineras incrementaron los gastos para proteger las paredes de sus yacimientos y los caminos hacia sus operaciones.

Si bien los analistas admiten que no es mucho lo que las empresas pueden hacer para anticiparse a un evento de esa magnitud, algunos creen que las compañías mineras aún pueden hacer más para anticiparse a lo peor.

"No hay mucho que puedas hacer si un terremoto grande o un tsunami afecta tus operaciones", dijo Marcelo Awad, presidente de Antofagasta Minerals, la undécima mayor compañía minera de cobre del mundo.

"Uno se prepara lo más que puede, pero los desastres naturales son imposibles de predecir", agregó.

La mina de cobre Los Pelambres de Antofagasta fue afectada por un apagón el año pasado, luego de que el terremoto del 27 de febrero y los consecuentes tsunamis dañaron la matriz energética del país.

Aunque el país sudamericano sigue siendo uno de los destinos principales para la inversión minera, un 25 por ciento de las empresas ha dicho que los problemas con puertos, caminos o el sector energético podrían afectar sus futuros planes de inversión, según un reciente sondeo del Fraser Institute, de Canadá.

EL IMPACTO DE UN TERREMOTO DEVASTADOR

Analistas y ejecutivos mineros dicen que un enorme terremoto, seguido de tsunamis, en el norte de Chile podría interrumpir las exportaciones de cobre por meses y llevar los precios del metal a niveles desconocidos.

Algunos sugieren que un gigantesco terremoto podría reducir las exportaciones de cobre de Chile hasta en un 30 por ciento, lo que obligaría a sus principales consumidores ­China, Europa y Japón­ a buscar rápidamente otros sustitutos. Chile produce un tercio del cobre global.

Por ejemplo, un terremoto devastador cerca de la norteña ciudad de Antofagasta podría afectar las exportaciones de cobre de algunos de los mayores yacimientos del mundo, como Escondida, un emprendimiento de BHP Billiton.

Los daños de envergadura en los puertos podrían forzar a las empresas a buscar rutas alternativas para sacar al cobre del país, lo que demoraría las exportaciones e incrementaría sus costos.

Las autoridades portuarias chilenas cerraron varios puertos clave del país ante el avance del tsunami generado a miles de kilómetros por el terremoto en Japón. Los barcos, que estaban en pleno proceso de carga, debieron suspender las labores y fueron despachados a altamar.

El panorama gana fuerza al considerar que los últimos terremotos y tsunami devastadores que afectaron al norte de Chile sucedieron en 1868 y 1877. Los científicos creen que la repetición de un sismo de esa magnitud es sólo cuestión de tiempo.

Se trata de un escenario que las autoridades chilenas y las mineras locales no pueden descartar.

"La parte más complicada de la cadena de producción y distribución de la minería tiene que ver con la infraestructura (...) Tiene un nivel de exposición un poco más alto por su ubicación en la costa que la hace más vulnerable a una situación relacionada con inundaciones," dijo Juan Carlos Guajardo, director del centro de estudios CESCO (Reuters).

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