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Después de tres años de estudio, equipo de científicos de la Universidad de Antofagasta y del Cicitem lograron reducir los tiempos de cultivo de la microalga verde Botry Ococcus Braunii, base para la producción de biocombustibles de la misma calidad de l


11 de Mayo de 2011.- A fines de enero de 2011 la alegría rondaba en dependencias del Laboratorio de Ecología Microbiana de la Universidad de Antofagasta, pues el equipo formado por jóvenes científicos dirigidos por la doctora Mariella Rivas Álvarez había concluido exitosamente el proyecto para optimizar el cultivo de una microalga para producir biocombustibles.

“Esta microalga no había sido trabajada antes con este fin, nosotros logramos crear un sistema de cultivo de un metro cúbico, modular y replicable, y con el cual reducimos el tiempo de cultivo a 25 días, produciendo tres kilos de biomasa por cada ciclo”, explica la investigadora de la UA del Cicitem.

Para llegar a la producción de biodiesel será necesario instalar y replicar este sistema modular de cultivo, en una superficie de por lo menos 10 hectáreas de terreno. En el norte de Chile existen grandes extensiones de desierto que pueden ser utilizadas para este fin, áreas que además presentan excelente niveles de radiación solar que favorecen el crecimiento de la microalga.

“Esta parte de la investigación culmina con la entrega del nuevo sistema de cultivo y la microalga potenciada genéticamente y en condiciones de producir biodiesel de segunda generación y de forma constante. Ahora viene la parte en que las empresas deben interesarse por esta forma limpia de producción”.


Producción

Dentro de las industrias y empresas que deberían interesarse por esta manera limpia de producir combustible y por ende energía, son aquellas que producen altas cantidades de CO2, pues este gas al separarse de sus emisiones, se puede inyectar a los cultivos de las microalgas, quienes realizan la fotosíntesis, mejorando todo el proceso.

“En otras palabras, de algo tan dañino para el medio ambiente como el CO2, podemos pasar a producir un combustible limpio que si bien en un principio puede resultar más caro, los enormes beneficios se verán en el futuro”, explica la científica.

Si bien la investigación la lideró la UA junto al Cicitem (que apoya con infraestructura y profesionales) al ser un proyecto Fondef también contó con el apoyo de empresas privadas, tales como Prodalmar, Panadés, y otra mas.  


Sistema de Cultivo

Las ventajas de este nuevo sistema de cultivo para la microalga Botry Ococcus Braunii desarrollado por este equipo de científicos de la UA y el Cicitem,es que junto con ser modular y fácilmente replicable, ocupa poco espacio al ser vertical.

“En el último año comenzamos a trabajar también con la Universidad de La Frontera, cuyos científicos desarrollaron un sistema para la extracción de biodiesel de la biomasa húmeda, logrando un rendimiento de 30 o 35% de aceite, del cual casi un 98% se transforma en biocombustible”, explica Mariella Rivas.

Se debe precisar que esta microalga vive en las lagunas de agua dulce del altiplano de la Primera y Segunda Región, y que para la investigación se tomaron muestras de ella para ser reproducida y optimizada en los laboratorios, por lo tanto, no se afecta su presencia en estado natural para producir el biocombustibles.

Desert Bioenergy

Paralelamente a esta investigación se comenzó a trabajar en el posterior desarrollo industrial del biocombustible en el norte de Chile. Para eso se concursó en una iniciativa de Corfo para crear un consorcio tecnológico que llevará a cabo esta misión.

Así nació Desert Bioenergy, entidad que recibió financiamiento por 7 millones de ddonde participan Electroandina, la Universidad de Antofagasta, Universidad de La Frontera, Cicitem y las empresas ya mencionadas.   “Este consorcio desarrollará un trabajo a cinco años plazo, considerando una arista de investigación que aún nos falta, y un componente de negocios. Además se considera la instalación de una planta piloto de aproximadamente una hectárea de terreno, la cual se instalaría en Tocopilla”, concluye la doctora Mariella Rivas.

Universidad de Antofagasta

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