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A 25 años del desastre de Chernobyl y del reciente colapso de la planta nuclear de Fukushima en Japón, ha quedado de manifiesto que el Ser Humano no tiene todo el conocimiento para controlar esta tecnología, y que aún falta mucha investigación al respect


12 de Mayo de 2011.- Las noticias van y vienen y el mundo sigue su marcha, dice un manoseado slogan. Sin embargo, después del desastre de la planta nuclear de Fukushima tras el terremoto y tsunami que afectó a Japón, la comunidad científica mundial puede inferir que el impacto de la radicación liberada en este evento, sumado al de anteriores hechos desde que nació la llamada “era atómica”, se extenderá por millones de años sobre la biosfera, hidrosfera, geosgera, y en particular sobre la antrosfera, que es donde vive nuestra civilización.

Como una pesadilla kafkiana muchos términos casi olvidados en los recovecos de la Guerra Fría volvieron al presente. La radioactividad sin control es un hecho que se asocia inevitablemente a enfermedades, contaminación, mutaciones, caos y muerte. Pero ¿qué es realmente la Radioactividad?, ¿de dónde proviene? Y lo principal ¿qué efectos tiene y tendrá en la salud humana y el medio ambiente?

Estas preguntas fueron la base para sostener esta interesante conversación con el destacado investigador del Departamento de Química de la Universidad de Antofagasta, doctor Domingo Román Silva, quien parte el dialogo aclarándonos de inmediato que el ser humano vive constantemente rodeado de radiaciones.

El Sol, los equipos de comunicaciones, televisores y radios emiten radiaciones no ionizantes a su entorno, es decir, aquellas que no son peligrosas para la vida que conocemos.

“Sin embargo, existen las radiaciones ionizantes que interactúan con la materia arrancando electrones de la estructura más internas de los átomos y por ende, le causan severos daños a los seres vivos. Las principales radiaciones ionizantes son los rallos cósmicos, rayos X y las radiaciones de los materiales radioactivos. En particular, estamos hablando de las denominadas radiaciones alfa (α), beta (β) y gama (g), la última de las mencionadas es las más dañina”, explica el profesor.

Elementos

Para ser más didáctico respecto a los elementos radiactivos, el profesor Román señala que la regla general es que en el Sistema Periódico de los Elementos, bajo el Bismuto (elemento 83) todos son estables, es decir, no radiactivos. No obstante, la regla presenta dos excepciones; Tecnecio (elemento 43) y Promethium (elemento 61).

“Desde Polonio (elemento 84) en adelante los elementos sean naturales o no, todos generan radioisótopos y emiten radiaciones ionizantes, incluyendo a los anómalos ya mencionados. A ellos deben agregarse varios nuevos elementos radioactivos que son producto de la tecnología como el Plutonio (elemento 94) que se genera por fisión de Uranio enriquecido”, señala el investigador.


Enseñanzas

Respecto a lo ocurrido en la planta de Fukushima tras el terremoto y tsunami, el académico de la UA señala que su construcción y operación demostró que la tecnología no era segura y por otra parte, que los países sísmicos presentan riesgos adicionales que necesariamente deben ser considerados.

“Lamentablemente los errores cometidos afectan o afectarán a gran parte del planeta. En consecuencia, las plantas nucleares de producción de energía no pueden ser consideradas la solución al problema energético de los países emergentes, pues quedó de manifiesto que los llamados países desarrollados tampoco manejan completamente esta tecnología”, precisa.

Efectos Radiactivos

Los isótopos radiactivos al ser liberados en los ecosistemas se incorporan a las cadenas alimenticias y a la atmósfera afectando a la biosfera, experimentando biomagnificación en los organismos de las cadenas tróficas, lo cual ha sido demostrado en el caso del Tecnecio.

Las algas marinas son excelentes bioindicadoras de la propagación de este radioisótopo “esto fue evidenciado en el Pacífico Sur debido a los ensayos nucleares de Francia en el atolón de Muroroa. No obstante, el principal problema para los humanos es la contaminación del aire por este radioisótopo”, explicó el académico de la UA.

De todo lo ocurrido en Japón, Domingo Román tiene una primera conclusión, y es muy enfático en señalarla, pues esta convencido que el crecimiento económico y la filosofía del desarrollo actual no pueden seguir basándose en los actuales paradigmas.

“Los países emergentes proponen como única alternativa prácticamente recorrer el mismo camino de los desarrollados, lo cual involucra tecnologías que el hombre no domina completamente. De seguir así, vamos en línea recta hacia la extinción, y por si no lo han pensado, ¡no tenemos un planeta de repuesto!”

Universidad de Antofagasta

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