Chile
13 de Octubre de 2010.- Es esta una historia de desahogo, de incertidumbres trocadas por certezas. Millones de personas lo vieron en vivo y en directo: esta madrugada, el llanto, el miedo y el dolor comenzaron a marcharse, de una vez y para siempre, de la mina San José.
La conmovedora postal de Florencio Avalos, enfundado en su traje térmico firmado por sus compañeros, casco blanco y lentes especiales, emergiendo en la bendita cápsula Fénix 2 desde ese oscuro y húmedo exilio de casi 69 días, a más de 600 metros de profundidad en el fondo de ese pique infernal, fue la certificación oficial de que la tierra había liberado al primero de los 33 mineros que algún día osaron entrar en su vientre y quedaron atrapados.
Fue una jornada nerviosa y lenta. El Presidente Sebastián Piñera, junto a Cecilia Morel, al ministro de Minería, Laurence Golborne, y al ingeniero André Sougarret, oteaban el pozo con impaciencia, hasta que a las 21.30 se inició la primera prueba de la cápsula Fénix 2, de 3,9 metros de largo, 54 centímetros de diámetro y 400 kilos de peso.
El vehículo bajó sin pasajeros hasta los 65 metros, para volver a emerger 27 minutos más tarde. La segunda prueba con la jaula vacía partió a las 22.14 horas, para estar de regreso a las 23.06.
"Al que más tenemos que pedirle no está abajo, sino allá arriba", le decía Piñera a Sougarret y Golborne, mientras el rescatista minero Manuel González iba a mitad de camino del encuentro con los mineros.
"Nos golpeó 17 días, pero ahora nos ha ayudado harto", completaba el ministro Golborne, refiriéndose a esos malditos primeros 17 días en que la frustración pisoteó sin más el dolor de los familiares.
"Tranquilo, como que estái tiradito en la playa", le dijo uno de sus compañeros. "Manuel, tranquilo, compadre. Te esperamos a la vuelta", agregó otro.
En su bajada, lenta y tranquila, González informó sobre el estado del ducto hasta los 622 metros de profundidad, a los cuales llegó 16 minutos después. Los mineros, descamisados, lo abrazaron uno por uno. El rescatista, ex futbolista profesional, les contó entonces sobre los pasos a seguir.
Mientras el minero Pedro Cortez transmitía lo que estaba ocurriendo a la superficie, el gerente de riesgo de Codelco, René Aguilar, le pidió al rescatista que diera el visto bueno.
"Excelente, Florencio está en la jaula. La cajita para el pulso va en los pies, porque no le cabe en la mano", replicó un exultante González.
"Voy a dar orden de izamiento", dijo Aguilar. Eran las 23.55 horas. Avalos iba en camino, mientras el sistema izaje austríaco hacía su trabajo y la carpa familiar era invadida por medio centenar de periodistas y camarógrafos.
Hasta que llegó el minuto más esperado. La historia consignará que el rescate de los 33 mineros comenzó a las 23.19 horas del martes 12 de octubre de 2010. Florencio apareció a las 00.05 del día 13, coincidentemente exactos 38 años después de que fueran encontrados los rugbistas uruguayos perdidos en la cordillera de Los Andes.
Fueron sólo minutos, pero parecieron siglos. Apenas Avalos salió, y entre llantos, su hijo Bairon, de 7 años, fue el primero en abrazarlo. Luego vinieron su mujer, Mónica Araya , dos rescatistas, René Aguilar el gerente de riesgo de Codelco y el Presidente Piñera. "No sabes cuánto te hemos esperado, Florencio", le dijo el Mandatario.
"Gracias, muchas gracias", le respondió Avalos, el capataz elegido para pasar a la historia como el primero de los 33 que conseguía vencer al espanto, entregándonos la certeza de que esta vez todo valió la pena.
Sépalo bien: en el mundo real no suelen suceder milagros como éste, en el cual esa cruda batalla entre el desasosiego y la esperanza están terminando con esta última espantando las aves de carroña que alguna vez sobrevolaron el yacimiento, a la espera de 33 hombres que no les pertenecían.
El campamento Esperanza, esa ciudadela en que terminó convertida la señera patriada de 33 familias que pasaron por la espera y el calvario de 17 días de castigo bíblico y otras tantas de merecida ilusión, explotó en un sentido llanto de júbilo. La carpa de los Avalos se desarmó de una sola vez.
Tras la salida de Avalos, fue el turno de bajada del enfermero naval Roberto Ríos, para esta vez ir en la búsqueda de Mario Sepúlveda, el conductor de los videos que dieron la vuelta al mundo.
Sepúlveda asomó a la superficie tan añorada dando gritos de ánimo. Salió de la Fénix 2 sonriendo y repartiendo trozos de rocas desde su antigua cárcel subterránea a quien las quisiera recibir, Presidente Piñera, inclusive. "Hola, jefazo", le dijo con tono agradecido al ministro Golborne.
Más tarde debían venir Juan Illanes, el veterano del Ejército, el boliviano Carlos Mamani y todos esos rostros que hoy son parte de la historia de este país.
Chile entero no ha pegado los ojos en toda la noche. Uno tras otro, desde Avalos y Sepúlveda en adelante, la mina paría hasta el cierre de esta edición uno por uno a los 33 mineros que conmovieron al mundo por su dureza y templanza, los mismos que algún día bajaron al pique, sin saber que aquél sería el turno más largo de sus vidas.
Florencio Avalos Silva inició su ascenso cuando moría el día martes 12 de octubre, para salir a la superficie hoy, miércoles. Un nuevo día, para él y para Chile, había comenzado (La Tercera).
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