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Rose Marie Navarrete, CFT Santo Tomás

En estas fechas y en el contexto nacional, lo más probable  es que si escuchamos Región de Atacama, Copiapó o mina San José, inevitablemente se nos venga a la memoria el accidente de los 33 mineros ocurrido el 05 de Agosto de 2010 en donde permanecieron durante 69 días atrapados a 700 metros de profundidad; el país paralizado por semanas esperando un final feliz que finalmente llegó. Pero ¿qué se puede concluir del tema?, ¿Cómo hemos avanzado en temas preventivos?, ¿vamos en la dirección correcta?

La Región de Atacama es una de las zonas mineras más importante del país con más de 3.100 faenas mineras, superando en alrededor de dos tercios a la Región de Antofagasta, donde gran porcentaje de éstas correspondientes a la pequeña y mediana minería.

En este último tiempo, el explotar yacimientos mineros se ha transformado en la actividad de moda y muchos de los emprendedores que se atreven a invertir en la minería y que ven en ella una actividad muy lucrativa, desconocen los peligros y riesgos asociados a esta actividad.

En relación a este constante crecimiento en la pequeña y mediana minería, no nos debiera sorprender que gran parte de estas faenas se desarrollen en condiciones que no son las adecuadas para salvaguardar la seguridad y salud de las personas. Basta con salir a recorrer los alrededores de las ciudades “mineras” para darse cuenta de la gran cantidad de pequeñas faenas artesanales que sin ser mayores expertos en la materia, cualquier persona podría catalogar como inseguras o con precarias condiciones de seguridad.

En este mismo sentido, aún se tiene la sensación en nuestro país (no sólo en el rubro minero), que las ganancias económicas de pequeños y medianos empresarios muchas veces están por delante de la dignidad de los trabajadores en desmedro de su integridad física y mental; aún cuando nuestra normativa indica claramente que: “…los empleadores están obligados a tomar todas las medidas necesarias para proteger eficazmente la vida y salud de los trabajadores…”. No obstante, es obvio que el principal objetivo es la producción, pero sin duda deben ir de la mano con el rol social que deben cumplir las empresas como uno de los núcleos principales en el desarrollo de nuestra sociedad.

Entonces, lo que nos queda por preguntar es ¿cómo erradicar y superar estas conductas empresariales? Si pesamos que somos un país en vías de desarrollo, lo más probable es que las conductas de la sociedad se encausen en una dirección correcta cuando los organismos pertinentes, fiscalicen eficiente y eficazmente, de la mano de la generación de leyes y normativas exigentes y aplicables.

Si miramos las cifras de yacimientos mineros sólo en la Región de Atacama, como ya lo mencionamos son más de 3.100, y el número de fiscalizadores por parte del SERNAGEOMIN no supera a los cinco funcionarios en esta región, por lo tanto, está fuera de toda lógica que se tenga un control y seguimiento en términos de seguridad laboral en cada faena, ya que haciendo un cálculo básico necesitaríamos más de 11 años para que por lo menos cada faena sea fiscalizada una vez.

Entonces, viendo esta realidad, ¿nuestros esfuerzos debieran seguir enfocándose en esta dirección?, la verdad es que en estos tiempos y tal como estamos seguiría siendo inoperante. Por lo tanto, nuestras fuerzas debieran encaminarse en otro sentido: “La Cultura Preventiva” basada en los “Sistemas Conductuales en la Seguridad”; en el comportamiento humano, en el dar valor a cada una de nuestras actividades, en el que día a día aprendamos algo nuevo que nos engrandezca como personas, en el rol que deben comprometer las empresas en el crecimiento personal que finalmente hacen crecer al capital humano de una comunidad, en la educación que podamos entregar otorgando valor a nuestras actividades como personas individuales, en el porqué me levanto día a día para ir al trabajo; en otras palabras, nos referimos al conjunto de comportamientos exhibidos por el ser humano e influenciados por la cultura, las actitudes, las emociones, valores de la persona, culturales, la ética, etc.

El hablar de conductas adecuadas en términos del autocuidado inevitablemente nos lleva al cómo logramos generar los hábitos preventivos en el ser humano, y la respuesta me nace espontáneamente, educación, disciplina, constancia, perseverancia en lo que se entiende correcto, valores que no necesariamente se van desarrollando a medida que avanzamos en la vida. Sabemos que la antigua mirada, no sirve de mucho, tener a un experto en prevención de riesgos o supervisor de punto fijo para “evitar las conductas incorrectas”, es la prevención del pasado. Es decir, si la persona que ejecuta la labor no tiene la suficiente convicción de que el actuar en forma segura es un valor fundamental y es parte integral del hacer bien su trabajo, nunca se logrará el objetivo del autocuidado. Entonces, ¿cómo doblamos la mano a esta falta de valores por la vida?, quizás inculcando hábitos desde que nacemos, incorporando materias curriculares desde la educación más básica, infundir e instar desde el rol social básico de nuestro sistema educativo y que finalmente se incorpore como una doctrina de vida en nuestra sociedad.

Hoy nos hemos enterado que los tribunales de justicia han dejado libres de toda responsabilidad a los dueños de la mina San José, al menos en el plano penal, pues aún falta el civil, provocando en el ambiente una sensación de impunidad y tristeza, sensación general de que se pueden cometer actos gravísimos en contra de trabajadores humildes y aun así quedar sin condena, sin que podamos hacer mucho más que un castigo social.

Como profesionales de la prevención de riesgos, tenemos claro que nuestro rol es aportar en la educación de todos los actores de la sociedad. Si nos enfocamos principalmente en el ámbito productivo, educar a los niveles gerenciales de las empresas, que son quienes tienen finalmente el poder y el deber de evolucionar hacia un manejo empresarial con culturas preventivas incorporadas. Recién para cuando esto ocurra, sin lugar a dudas estaremos acercándonos a visualizar el tercermundismo hacia atrás.

Rose Marie Navarrete Director de Carreras de Prevención de Riesgos IP CFT Santo Tomás Copiapó

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