Argentina
El relevamiento lo ordenó Domingo F. Sarmiento, cuando era gobernador de la provincia, pero fue entregado 7 años después, con un mapa minero del país. “Todos los cerros de San Juan son muy abundantes en metales de una ley subida”, dijo el informe. Por Viviana Pastor.
Miércoles 07 de Mayo de 2014.- ¿Se imagina el lector lo que sería San Juan con 36 Veladeros, Gulcamayos o Casposos trabajando al mismo tiempo? Esa infernal actividad minera tenía San Juan hace 150 años, cuando producir oro y plata era una gran actividad económica, con maquinarias únicas en Sudamérica y con 36 minas en explotación.
Esta es la cifra que develó el primer censo minero de la Provincia, una iniciativa de Domingo Faustino Sarmiento cuando asumió la gobernación de San Juan, en 1862. Pero fue recién en 1869 cuando se conoció ese relevamiento, junto al mapa minero de todo el país. Claro que por entonces, nada quedaba para la provincia más que los salarios de la mano de obra ocupada, cuando las empresas eran de afuera. Sin embargo se buscó propiciar esta industria extractiva, que Sarmiento vio como indispensable para el desarrollo de la provincia.
Ignacio Richard fue nombrado Inspector General de Minas de la Provincia y él tuvo a cargo la tarea. Con los resultados muy frescos, en 1872, Nicanor Larraín los incluía en su libro “El País de Cuyo”. “Que la provincia de San Juan tenía en explotación en dicho año, 36 minas de oro y plata repartidas así: Tontal, mineral de plata, 5 minas; Castaño, 3; Salado, 3; Huerta, 11; Hualilán, mineral de oro, 12 minas de la Compañía Inglesa y 2 de particulares”.
También detallaba que “en mayor número que el indicado se trabajaba en todos los departamentos mineros muchas minas de oro y plata libradas al simple beneficio de pirquineros o explotadores en pequeña escala”.
Además, funcionaban en la provincia en 1869, siete establecimientos de “beneficiar metales”, es decir el proceso de extracción, los que en su mayoría se especializaban en el sistema americano de cloruración para la extracción del rico metal.
“La provincia de San Juan ofrece pues ricos minerales de oro, plata, cobre, hierro, estaño, plomo, mercurio, etc.; de todo lo que hemos formado una buena colección y puede decirse con seguridad que con excepción de las sierras calizas de Zonda, todos los cerros de San Juan son muy abundantes en metales de una ley subida”, dijo Richard.
Distritos mineros
Larraín apuntaba que las minas de plata de Tontal estaban a 30 leguas (144 kilómetros) al Oeste de la Ciudad de San Juan, descubiertas en 1860. Sus metales dominantes eran sulfuros, arseniuros, y antimoniuros de plata, presentándose también sulfatos y carbonatos de plomo argentíferos y cloruros de plata.
Castaño, descubierto en 1861, a 86 kilómetros del Tontal, con metales de plata abundantes aunque de baja ley, con algunas excepciones.
Calingasta es reconocido como uno de los distritos mineros más antiguos, “ocupa todo el valle desde Barreal hasta Castaño en extensión de 20 leguas (96 kilómetros). Al Sur tiene un establecimiento de amalgamación llamado Sorocayense; más al Norte está la fundición Hilario, que está abandonada y en la que se invirtieron centenares de miles de pesos. Sigue al mismo rumbo La Verdad, también abandonado. A 7 leguas de este último (33 kilómetros) y al Norte, está Castaño con sus silenciosos hornos de manga que acreditan haber funcionado en tiempos no lejanos”.
Luego mencionaba a Salado, al Norte de la Ciudad, descubierto en 1844; y al distrito Huerta, donde abundaba la plata, la descubridora, Santo Domingo, ofrecía una ley de plata de más de “200 marcos”, también allí se encontraban cobre, con beneficio de 25 % al 65 %; “esta mina tuvo hornos y hoy no funcionan”, señalaba el historiador.
Huachi, mereció unas líneas en el libro de Larraín, “antigua mina de oro a 12 leguas al Norte de Jáchal. Es un lavadero que ha dado buenos resultados cuando se ha consagrado al trabajo asiduo. En las mismas serranías está Las Tolas, que es el más antiguo de San Juan y se halla sin explotarse, sus metales de plata a la vista legaron producir una ley variable de 60 a 200 marcos por cajón, y es de creerse que profundizando las vetas sus beneficios se centuplicarían”.
Sobre Hualilán, dijo que es un área de oro y plata muy antigua con una ley “muy subida”. “Las minas de oro de Hualilán han estado en continuo trabajo, pero de proporción tan mínima que apenas llegó en tiempo de mayor auge a tener 10 trabajadores que no contaban ni con grandes capitales ni con más esfuerzo que el trabajo individual. La ley común del oro es de 4 a 15 onzas por cajón de 50 quintales, en los últimos tiempos se formó con capitales ingleses una gran Sociedad Anónima Anglo Argentina, que tiene en dicho mineral un establecimiento servido por máquinas de vapor y no está lejos de ser el primero en América.
Sus edificios de sillería (montaje de piedra), con murallas de más de 1 metro de espesor desde sus cimientos, lo hacen el más sólido, construido en estos pueblos”.
Esas minas de oro tenían juegos de bombas que extraen agua de 150 metros para usarla en la amalgamación de los metales, reseñaba Larraín, “sus grandes morteros mecánicos movidos a vapor para moler metales, sus elaboración diaria de varios cajones de metal, etc., y la incorporación a estos trabajos de un capital que pasa de 700.000 pesos fuertes, nos indican las grandes proporciones de aquel establecimiento y la confianza de la compañía en beneficio cierto y lucrativo”.
Sarmiento minero
Larraín aporta otros datos Sarmiento y las decisiones en torno a la minería durante su gobernación. El día de su cumpleaños, el 14 de febrero de 1862, el entonces Gobernador firmó un decreto creando una Diputación en Minas, el 11 de marzo fue el turno del decreto de expropiación de sitios, aguas, leñas, etc., en beneficio de la minería y el 30 de marzo firmó otro decreto creando la Inspección General de Minas. En agosto se establecen disposiciones reglamentarias sobre el Gobierno de los Minerales, pedimentos y denuncios. “Algo así como una breve ordenanza minera en la que legisla sobre el trabajo en la industria, sociedades de explotación, venta de metales, registro, estadística de minas en elaboración, etc.; y un arancel correspondiente a los derechos del ramo”, explicaba Larraín.
En la misma época se dictaron leyes protectoras por exenciones de derechos, facilidades de denuncio y amparo de minas, y otras medidas tendientes al desarrollo de “tan importante industria”.
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