Aldo Labra, (Innovaxxion)
En los 90’, Chile se constituyó en un ejemplo para el resto del mundo por el crecimiento económico sostenido que alcanzó incluso un 11%. Y ya en esa década, se perfilaba como una de las naciones emergentes con mayores posibilidades de alcanzar el desarrollo en el corto plazo.
¿Cómo ha sido el recorrido?, Chile aún se encamina por ese trayecto con ciertas incertidumbres internas y vaivenes externos que han provocado la desaceleración de nuestra economía. Entonces ¿cómo volvemos a esa senda exitosa? Si miramos a los nuevos campeones globales podemos encontrar respuestas a estas interrogantes.
Muchas de estas nuevas economías exitosas provienen de países emergentes que han cambiado el paradigma de sus relaciones estratégicas con el mercado. Ya no piensan en cómo optimizar las cadenas de valor tradicionales, sino en cómo crear y coordinar redes para capturar oportunidades que otros no ven.
Chile ha tomado este camino en la industria minera, por ejemplo, donde grandes compañías han confiado en las propuestas de proveedores nacionales que poseen el conocimiento y la templanza para cumplir con sus objetivos de mercado.
Multinacionales que en el pasado provenían de Estados Unidos, Europa o Japón, ahora surgen en naciones emergentes. Por ejemplo, CEMEX es la compañía que domina el mercado del cemento en el mundo y es originaria de México. El fabricante de electrodomésticos de más rápido crecimiento del mundo, Haier, proviene de Qingdao en China y la mayor empresa de acero del mundo, Mittal Steel, comenzó hace menos de 30 años como una pequeña acería en Indonesia. Si revisamos la historia de estas empresas, el recorrido que hicieron, en ningún caso, fue fácil. Enfrentaron un alto costo en capital y una limitada disponibilidad de financiamiento. Tuvieron que competir con multinacionales de países desarrollados y con menor tecnología como lo que se genera en estos grandes bloques económicos tradicionales.
¿Cómo se explica, entonces, que estas compañías emergentes hayan logrado conquistar en un plazo relativamente acotado posiciones de liderazgo global? Simplemente, cambiaron su enfoque de una cadena de valor lineal a una de orquestación de valor. En vez de contestar interrogantes sobre ¿cómo podemos hacer más eficiente el modelo de negocios establecido?, se preguntaron ¿cómo podemos volvernos más ágiles?”. Es decir, como hacer más de lo mismo, un poco más rápido o mejor.
Ahí se marcó la diferencia. Y el iPhone 5 de Apple es un claro ejemplo de la orquestación de valor. Estructuró una red global de diferentes empresas especializadas para que su dispositivo se transformara en el producto innovador y atractivo que es hoy y que representa a millones de personas en el mundo.
En definitiva, estas naciones emergentes han sido capaces de armar un modelo distinto del tradicional, que se ha definido como la orquestación de valor. Es decir, diferente al proceso lineal que va desde la compra de las materias primas, hasta la producción, comercialización y ventas de un producto. Y creo firmemente que es nuestro ejemplo a seguir para implementar este exitoso modelo en la industria que representa quizás el más representativo porcentaje de nuestro PIB: la industria minera del cobre.
El clúster minero y el Programa de Proveedores de Clase Mundial son paradigmáticos en ese sentido. Bajo la estructuración de un esfuerzo y orquestación de relevantes actores para llevar adelante una desafiante agenda público-privada, se encuentra una veta muy importante para las compañías nacionales: conseguir que podamos estructurar empresas que nos permitan colaborar genuinamente y “ganar músculo innovador” en un marco de orquestación, que nos abra la puerta para aumentar el valor agregado de nuestras soluciones no solo en Chile sino que a escala global.
Los desafíos son múltiples, pero lo más atractivo de este planteamiento, es que también los resultados para el ecosistema se multiplican exponencialmente. El ser parte de una cadena global de valor para la industria minera del cobre nos permitirá acelerar el paso para alcanzar metas de reducción de costos, aumento de productividad y mayor flexibilidad para reorganizar sistemas de producción, al introducir tecnología de nueva generación en los procesos productivos, soluciones bajo la llamada “minería inteligente”.
Esta idea de trabajo, nos permitirá orientarnos a líneas de productos más avanzados, concentrando la actividad en aquellas funciones de mayor valor agregado y generando la tremenda oportunidad para desarrollar las capacidades y competencias necesarias que nos permitan aplicar la competencia y know-how adquirido. Lo anterior, para desplazar este conocimiento hacia otros sectores productivos, generando el círculo virtuoso y fomentando la mirada de largo plazo que las empresas nacionales necesitan para alcanzar y ofrecer soluciones de clase mundial, construidas y diseñadas por profesionales chilenos hacia los mercados globales.
Aldo Labra es gerente general de Innovaxxion y director de Minnovex