“Según las proyecciones de demanda de capital humano realizadas al 2024, el sector necesitará incorporar 30.000 personas, 2.700 más que las estimadas en el estudio anterior. Por primera vez, se proyecta que el potencial retiro de trabajadores por edad tiene mayor peso que la demanda sectorial asociada a proyectos. En definitiva, se requerirán 18.400 personas para reemplazar a trabajadores en edad de retiro y 11.600 para cubrir los puestos de trabajo creados por los nuevos proyectos mineros”, según consigna el último estudio de Estudios de Fuerza Laboral de la Gran Minería Chilena, desarrollado por el Consejo Minero. (https://goo.gl/ThswqZ)
Estas son cifras reales, acordes a las necesidades de nuestro país y que obligan a analizar la formación que están teniendo los estudiantes que ingresan a carreras de pregrado vinculadas con la minería. Por otra parte, si se consideran los cambios importantes con que la docencia ha transitado desde hace algunos años a la fecha, es evidente que dicha necesidad de la fuerza laboral tiene otras exigencias, otras realidades, otras aristas y -por qué no decirlo- otras necesidades.
Actualmente, la formación de los nuevos profesionales requiere que no sean tan solo técnicamente competentes, sino que también adquieran competencias integrales, cuyas habilidades le permitan generar liderazgo en sus equipos, con capacidad de auto-liderazgo e innovación en las soluciones atingentes a los nuevos desafíos.
También que aprendan de habilidades ejecutivas, a manejar los conflictos, emprender, trabajar en equipo y anticipar quiebres.
En todo este camino, uno de los desafíos relevantes que la minería ha enfrentado en los últimos años es la incorporación de la mujer en la “mina”. Hay que destacar algunas empresas mineras que tienen un porcentaje importante de mujeres, pero de acuerdo a algunos estudios asociados, los trabajos los desarrollan en las áreas administrativas y no en la operación.
¿Porque destacar esta situación? Marcar diferencias en la nueva forma de entregar docencia para formar Ingenieros civiles en minas (una manera integradora con habilidades, actitudes y capacidades), les permitirá a las nuevas generaciones un enfoque diferente de género en lo laboral, ya que comprenderán mejor que la sociedad se compone naturalmente de hombres y mujeres.
Es esperable entonces que en el trabajo existan efectos complementarios que permitan un mejor desempeño laboral y social, y precisamente es desde las herramientas diferenciadoras descritas anteriormente que los profesionales que salgan al mercado laboral en unos pocos años, serán capaces de sumarse al trabajo de lograr igualar oportunidades y desafíos sin importar el género, ya que lo verán como algo normal y no como una amenaza.
En el año 2006, en un informe del SERNAM sobre la mujer chilena, se señala: ”La mayor competitividad internacional, objetivo fundamental de la globalización, se ha alcanzado especialmente en actividades vinculadas con la explotación de recursos naturales y de algunos bienes industriales, las que a la vez se caracterizan por ser poco generadoras de empleo. En este contexto se inserta la segregación por género del mercado de trabajo. Las mujeres no tienen las mismas oportunidades para acceder a todos los trabajos, aun cuando su nivel educativo sea similar al de los hombres. Su acceso se limita a una menor gama de ocupaciones, especialmente de menor jerarquía y remuneración configurándose un mercado de ocupaciones ‘típicamente femeninas’ y ocupaciones ‘típicamente masculinas’”.
Sin duda que hay camino recorrido, tal es así que en abril de 2016, la División Gabriela Mistral de Codelco, recibiera el SELLO IGUALA-CONCILIACION VIDA LABORAL, FAMILIAR Y PERSONAL, una muestra de que el trabajo en equipo es la nueva forma de hacer minería basada en las personas desde las capacidades, con una mirada de igualdad de oportunidades para mujeres y hombres, y comprobando que los talentos y las habilidades no tienen género.
No caben dudas que la innovación en la docencia y la incorporación de asignaturas que respondan a las necesidades de la empresa, son en la formación de los profesionales de la minería, los desafíos que se han tenido en cuenta para avanzar colaborando desde la institución universitaria con el desarrollo de la sociedad y las aspiraciones legítimas de las personas. De este modo, los profesionales que formen parte del número de fuerza laboral requerida para el 2024, sí tendrán incorporadas las herramientas que permitan con naturalidad y desde la formación, ser parte de equipos de trabajo de avanzada.
Construidos para asegurar pertinencia con la industria, coherencia con las políticas públicas y sintonía con los jóvenes, tanto a nivel de sus expectativas como de su forma de aprender, para lo cual se desarrolla permanentemente un plan relacional de alcance regional y nacional; y finalmente estudios a nivel cualitativo de los mercados laborales relevantes para entender adecuadamente las señales cuantitativas y proveer mejor información al medio productivo, tanto entre los agentes tecnológicos como muy especialmente entre los agentes reclutadores.
El mensaje para estos últimos es que conozcan las casas de estudio, cómo se forman las personas que estudian en ella, cuáles son sus ventajas tecnológicas y actitudinales que pueden poner al servicio de la productividad, del ambiente laboral y del desarrollo de las empresas, los sectores y de todo el país. Aquí hay una enorme riqueza, que el país dice necesitar, pero que ahora que ya está disponible, aún no se atreve a conocer.
Vilma Silva Faundez, Directora de Ingeniería Civil en Minas Universidad San Sebastián
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