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opinión
Claudio Raffo, Especialista en Recursos Humanos
Hace rato se escucha hablar en foros, comisiones y columnas de opinión de la importancia que tiene la implementación de medidas que permitan recuperar el crecimiento y el desarrollo del país en el escenario actual, especialmente, ante la disminución de la actividad económica producto del bajo precio del cobre y de la falta de confianza que el mercado percibe como “no necesarios”, sumado al actuar de algunas empresas.
Un término de moda y a ratos mal usado en esta etapa del debate es el de “productividad” (1)
(1) La productividad en general esta asociada a aumentar la eficiencia (aumentando la producción o disminuyendo el costo y/o el tiempo de producción de un bien o servicio) y por ende la rentabilidad/valor de un negocio, en pos de darle continuidad y estabilidad en el tiempo.
Y es que existen diferentes tipos de productividad, dependiendo del ámbito a abordar y de las características del negocio y/o proceso en particular. Sin embargo, el foco en la productividad como objetivo dentro de una compañía o a nivel de política de Estado no se asocia o mejor planteado, no debiera asociarse exclusivamente, a ciclos de baja en la actividad económica. Sino al desarrollo de una cultura productiva a través de iniciativas más concretas y estables en el tiempo que permitan, efectivamente, alcanzar los resultados que se persiguen. Lo anterior, supone un trabajo en conjunto de diversos actores políticos y económicos para alcanzar acuerdos reales, para que hoy en esta desafiante etapa, se puedan priorizar, ejecutar y también adaptar cada una de las iniciativas.
¿Puede haber foco en la productividad hoy, considerando que existe falta de confianza e incertidumbre ante cambios de las reglas del juego y diversos casos de corrupción y colusión?
Quizás hoy tenemos una oportunidad: buscar y desarrollar el acuerdo.
Productividad en la Minería
Muchas veces el contar con programas de mejoramiento continuo, optimización de activos, programas de calidad, planes de innovación o con un sistema de control de costos, (por citar algunas “iniciativas”), permite desarrollar una cultura en el tiempo que hace a la empresa más adaptable a los ajustes y cambios que se decidan implementar cuando bajan los precios o disminuye la demanda.
Si no existe esta cultura de optimización, se pueden adoptar medidas para reaccionar ante escenarios complejos, si bien estas acciones es probable que logren alcanzar los números deseados, también es muy probable que produzcan un quiebre en la organización e impactos negativos con un mayor costo al beneficio esperado, pudiendo afectar la producción, las ventas, el clima laboral , la relación con la comunidad, generando perdida de talento – en definitiva – afectando la imagen y valor de la empresa, como la de sus ejecutivos.
Las medidas que hoy se implementan buscar adaptarse a este ciclo de bajo precio son:
• Reducciones de producción
• Restructuraciones de organización /ajuste de dotaciones
• Cancelación y aplazamiento de proyectos
• Programas de reducción de costos a todo nivel
Cabe preguntarse si podría desarrollarse un nuevo modelo de administración para la industria, si hemos sido capaces de incorporar tecnología para innovar y elevar el o los estándares de sustentabilidad (no sólo la producción), si hemos incorporado prácticas de otras industrias. En mi opinión, se han realizado esfuerzos, planes pilotos, pero es necesario mayor liderazgo para darle continuidad y estabilidad a una política de productividad que de resultados. Quizás el desafío esté para la nueva generación de líderes que tendrá más incentivos por la competitividad, frente a una cartera de inversiones alternativa, para desarrollar alianzas entre las mismas compañías y su entorno.
Conocemos las características del mercado minero y de las empresas que dan servicios a esta industria. Es un mercado cíclico, los costos del rubro van fuertemente en ascenso (por ejemplo: insumos y mano de obra), con una cartera de proyectos acotada de acuerdo a las características de los yacimientos (en cuanto a leyes de mineral, reservas y abastecimiento de agua), la productividad del sector ha disminuido constantemente especialmente desde el año 2008 en adelante (fuente: Cochilco)
Como consecuencia de la reducción del precio del cobre, como ha sido una generalidad con otros metales, desde el año 2014 a la fecha se han estado implementando ajustes en la mayoría de las empresas productoras y por añadidura – al disminuir la demanda de servicios e insumos – en las empresas proveedoras de la minería. Era predecible que el precio debía ajustarse a las variaciones de la demanda, principalmente de China, y que el llamado boom de la minería al cambiar su ciclo afectaría el dinamismo de la economía nacional. Entonces: ¿por qué no se implementaron medidas para elevar la productividad con mayor rigurosidad aprovechando un ciclo de alto precio? Quizás no existieron los incentivos adecuados o la confianza para plantear y comprometer una iniciativa mayor, también cíclicamente la productividad es embanderada por todos los actores económicos, pero me pregunto: ¿qué resultado han tenido los acuerdos y lista de medidas del pasado? Quizás en el ciclo pasado el precio lo pagaba todo, incluyendo la falta de eficiencia.
La cultura de la productividad, no depende sólo de los ejecutivos de la empresa, en gran parte depende de los equipos de trabajo, donde está el conocimiento del negocio, es por eso que el concepto de equipo está asociado a la “confianza” respecto al rol que cumple cada miembro dentro de un grupo para lograr un objetivo común. Cada nivel dentro de la organización es un quipo en este sentido, por tanto si no hay confianza en los grupos de trabajo, no hay equipo y no puede haber una cultura de productividad, que en definitiva se preocupe de viabilizar el negocio en el tiempo. En contraposición, la falta de confianza y de estos equipos genera un proceso de toma de decisiones a corto plazo y más temprano que tarde los problemas “de siempre” comienzan a aparecer.
En consecuencia, recomiendo la formación y desarrollo de equipos de trabajo que desarrollen políticas e iniciativas de productividad contra ciclo, es decir, que en los ciclos de alta se diseñen controles y se establezcan programas de ajustes para los diferentes procesos en periodos de baja de la actividad económica.
Establecer mediciones al proceso de toma de decisiones, el timing u oportunidad muchas veces influye sobre el resultado del proceso/proyecto.
Comprometer sistemáticamente, en los diferentes niveles de la organización, a los equipos de trabajo vía programas de reconocimiento y/o incentivos (varias modalidades).
Y finalmente, vincular e incentivar los programas de productividad a nivel de la industria con centros técnicos y universidades, asociaciones gremiales, dentro de un programa permanente de desarrollo y crecimiento económico.
Claudio Raffo, Especialista en Recursos Humanos
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