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Ricardo Torres, Fundador Carbo Ambiente

Las empresas, cuando realizan una actividad productiva, dejan una huella en el medio ambiente, en la comunidad que les rodea y en el clima.

Analicemos cómo usamos la energía. Si se utiliza electricidad del Sistema Interconectado Central (SIC), más de la mitad de ésta fue producida quemando carbón y petróleo. Para alimentar las calderas, usamos petróleo, gas o carbón. Si necesitamos insumos y materiales, o si movemos productos, utilizamos petróleo. La quema de estos combustibles fósiles produce Gases de Efecto Invernadero: dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, entre otros. La cantidad generada de estos gases es lo que se conoce como la Huella de Carbono.

Los Gases de Efecto Invernadero tienen una característica fundamental: son capaces de reflejar el calor. Es decir, se comportan de forma similar a los aislantes. Investigaciones científicas muestran que estos gases ya han aumentado la temperatura del planeta en 1°C, generando múltiples trastornos climáticos. Existe una gran preocupación de parte de la comunidad científica, grupos ambientalistas, gobiernos, empresas y ciudadanos de todo el mundo por reducir la generación de los Gases de Efecto Invernadero, ya que las proyecciones indican que, si no modificamos en forma drástica la tendencia, las consecuencias climáticas y medioambientales serán desastrosas e irreversibles: derretimiento de grandes masas de hielo, aumento del nivel del mar, falta de agua, hambrunas y la extinción de 1 de cada 4 especies animales y vegetales.

Si a todo esto sumamos factores tales como la sobrepoblación, la tala indiscriminada de bosques, contaminación de las aguas, el agotamiento de los recursos naturales, la globalización y una competencia cada vez más agresiva, es lógico que aquellos que funcionen sustentablemente, reduzcan su Huella de Carbono y se anticipen a estos escenarios serán quienes mejor se adaptarán.

Por lo tanto, es lícito plantearse las siguientes alternativas: o escondemos la cabeza en la tierra, y rogamos que alguien más nos arregle el problema, o somos parte de la solución. Curiosamente, aquellas empresas que han elegido el camino de la sustentabilidad se han beneficiado de múltiples formas: aumentando la eficiencia, reduciendo la dependencia de combustibles fósiles, reduciendo costos, mejorando su imagen corporativa, diferenciándose, profundizando su relación con la comunidad y disminuyendo la rotación de personal. Aquellas empresas que no sigan este camino perderán terreno y competitividad en un mundo cada vez más globalizado y competitivo. Pareciera que la elección es cada vez más sencilla.

 

Ricardo Torres Fernández

Fundador de Carbo Ambiente, consultor en Huella de Carbono y Académico de la Universidad de Chile.

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