Pedro Del Campo, Proforma
Hoy estamos en plena discusión de una reforma laboral que el Ejecutivo se comprometió a enviar a trámite legislativo este año, la cual incorpora nueve puntos principales: titularidad sindical, la cual busca que el sindicato más representativo lidere la negociación colectiva; extensión de los beneficios de esta negociación hacia los trabajadores no sindicalizados; ampliación de la cobertura de la negociación colectiva con el fin que más tipos de trabajadores puedan estar incluidos en los procesos de negociación; ampliación de la información que reciben los sindicatos por parte de la empresa para negociar; derecho a huelga inalienable, es decir, que no puede existir reemplazo de los trabajadores; pisos mínimos de negociación; ampliación de las materias a negociar, ya que en la actualidad es exclusivo el tema salarial y la idea es poder abordar otras materias en el proceso de negociación; mayores garantías al trabajo sindical como ampliación de permisos sindicales; y simplificación del proceso de negociación colectiva para facilitar el proceso a los sindicatos.
Al analizar todos estos aspectos podemos concluir que el hilo conductor de esta reforma tiene que ver con la mayor participación de los trabajadores. La participación siempre es altamente positiva, sin embargo, hoy en Chile ésta se encuentra en crisis tanto a nivel político como comunitario. Como ejemplo, puedo señalar que soy presidente del condominio en que vivo y en la última asamblea que tuvimos para tratar temas que afectan a todos los vecinos la participación no alcanzó el 10 por ciento, a pesar de que realizamos grandes esfuerzos por motivarlos a asistir. Entonces la pregunta que surge es: ¿basta solamente con cambiar las reglas y normativas para aumentar la participación?, ¿o tiene que ver con temas más profundos de desarrollo cultural y antropológico que hoy día nos atañen como sociedad?, ¿será que el individualismo que hemos construido como civilización nos ha llevado a niveles de desconfianza y poca solidaridad, pilares fundamentales de un real y efectivo desarrollo económico y social? En este punto me quiero detener porque creo que en la confianza está la clave, la cual se inicia conociendo al otro. La confianza es la forma más antigua que tiene el ser humano en sus orígenes de relacionamiento. Inventamos formatos artificiales como el contrato para cerrar acuerdos, pero que sin la confianza no sirven de nada. La confianza requiere conocernos, desarrollar afectos, hitos que refuercen la credibilidad y con ellos finalmente la confianza. Ésta debe cuidarse y mantenerse. Como dice un viejo dicho árabe: “la confianza crece a la velocidad de la palmera y se cae a la velocidad del coco”.
Por todo esto, la reforma laboral podrá contener muchos aspectos legales, pero si no se realiza una labor de fondo con los trabajadores para generar un cambio cultural, no va servir de nada. La formación y capacitación del capital humano es uno de los aspectos fundamentales en este sentido y es uno de los componentes estratégicos que permiten a un país alcanzar su desarrollo. Trabajadores más capacitados mejoran el nivel de eficiencia y productividad de las compañías; permiten la innovación, la conquista de nuevos mercados y el desarrollo de nuevos productos. Además con capacitación –que conlleva aspectos técnicos y habilidades blandas (mal llamadas blandas) – este capital humano es más proactivo y puede liderar sus procesos con miras al bien común de su organización, lo que involucra la responsabilidad laboral sindical.
En este escenario cobran un papel medular los comités bipartitos de capacitación, los cuales incorporan a los trabajadores y empresarios para que el desarrollo del capital humano contemple las necesidades e intereses de ambas partes. Son una herramienta fundamental para lograr acuerdos y mirar de forma estratégica e integral la capacitación. Por ello, debemos fomentar la existencia de estos comités, promover su funcionamiento, perfeccionarlos y fortalecerlos. No basta con tener una ley que los norme, hay que trabajar en ellos con participación, la que es la base de esta reforma laboral. Sin ésta todo esfuerzo será estéril
Pedro Del Campo es Antropólogo Social de la Universidad de Chile y Master en economía social de la Universidad de Barcelona. Gerente General Proforma