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Chile

Las turbulencias internacionales, más la poca definición nacional en cuanto a disponibilidad de energía y suministro de agua, entre otros factores, están llevando a las compañías del rubro a evaluar sus proyectos, lo cual pone un manto de dudas respecto a si esta actividad continuará con su pujante ritmo

20 de Agosto de 2012.- Las turbulencias en el mundo están golpeando a nuestro país, aunque aún no se note. Cuesta ver el impacto, pero ya se están dando señales de alerta, algunas de las principales se están visualizando al interior de la actividad económica más importante del país y también de la región, se trata de la minería.

De acuerdo a lo señalado por el ministro del ramo, Hernán de Solminihac, para los próximos años se prevén inversiones que bordearán los 10 mil millones de dólares, sólo en la región. Pese a ello, aún no está del todo claro que estos proyectos se ejecuten, ya que diversos factores están haciendo que las grandes mineras evalúen la continuidad de estas iniciativas, lo que también se estaría extendiendo a las compañías regionales de menor tamaño.

Para Juan Carlos Sáez, presidente del Consejo Regional Minero de Coquimbo, en lo medular son cuatro situaciones que preocupan a las mineras. Una de ellas es la creciente escasez de agua y de energía para las faenas, otro es la falta de personal. Un tercer factor tiene que ver con los cambios tributarios y un cuarto a los problemas internacionales que harían caer el precio de los metales en el mundo.

Frente a este escenario, Solminihac precisó que “llegó la hora de proponerle un esfuerzo mayor a cada uno de los actores que se relacionan con esta industria, para enfocarnos en soluciones y no ahondar en los problemas”.

En concreto, el secretario de Estado sostiene que los proyectos mineros requerirán de disponibilidad de agua y energía suficiente a “costos razonables”, de ahí que si se da respuesta a estos requerimientos con un “decidido compromiso como país”, se generarán encadenamientos virtuosos.

“Si hay disponibilidad de energía, también se avanza en la solución en el abastecimiento de agua a través de la puesta en marcha, por ejemplo, de plantas desalinizadoras”, señaló. Este virtuosismo también impactaría favorablemente en temas laborales y sociales. “Si asimilamos el desarrollo como un propósito común, podremos avanzar más rápido, en vez de enfrascarnos en disputas que pueden retardar tanto la extracción que, quizás, cuando queramos las oportunidades, estas ya no existan”.

Ruidos de temblores

Las grandes empresas del rubro, como Codelco, Barrick Gold, AngloAmerican, Kinross y Xstrata, han estado evaluando sus proyectos en diferentes distritos mineros, no descartándose la postergación de muchas de las iniciativas por un tiempo indefinido. De hecho, desde Canadá, Barrick comunicó hace algunas semanas a través de un comunicado que atrasaría en un año el inicio de las operaciones de Pascua Lama, faena ubicada en el límite de las regiones de Atacama y Coquimbo.

Diversas son las razones que explican esta revisión según los analistas, existiendo motivos externos, como también internos. Dentro de este último grupo, ejecutivos y empresarios del rubro han señalado que lo más preocupante es la falta de suministro eléctrico y de agua.

Alberto Salas, presidente de la Sociedad Nacional de Minería (SONAMI), expresó que como gremio están trabajando en materia de energía y agua. A través de la Confederación de la Producción y el Comercio le propondrán al Ejecutivo una fórmula para avanzar en el tema de la disponibilidad del recurso hídrico, la cual incluiría temas como una nueva institucionalidad, un aumento del presupuesto para la Dirección General de Aguas para que se incremente la fiscalización y se tengan más antecedentes de las cuencas, entre otros aspectos.

Factores al desnudo

Juan Carlos Sáez precisa que “todos tenemos que revisar lo que estábamos haciendo ante un escenario más negativo”, con la diferencia de que las grandes empresas tienen más “juego de cintura” para enfrentar los problemas que aquejan al sector que las faenas de menor tamaño, como la gran mayoría de las operaciones existentes en la región.

De ahí que aseguró que las compañías locales, con mayor razón que las grandes, están evaluando con lupa la posibilidad de seguir invirtiendo. “No hay nadie que en conciencia debiera dejar de revisar sus inversiones en este minuto”, ya que se está presente en “un escenario más recesivo y donde en un par de años la oferta puede ser mayor que la demanda”.

Como si eso fuera poco, aseveró que la falta de energía y la persistente sequía incrementa la incertidumbre en la industria, como también la creciente escasez de capital humano capacitado para trabajar en minería y la reforma tributaria. Todos estos factores “externos”, a su juicio, son variables que las empresas del rubro no pueden manejar y, por tanto, “son las que amenazan la continuidad de los proyectos”.

Este panorama adverso también es motivo de preocupación para las autoridades públicas del ramo. La seremi de Minería, Jocelyn Lizana, confirmó que en todas las zonas mineras se está efectuando un análisis para precisar con mayor exactitud las inversiones que, efectivamente, tienen más probabilidad de ejecutarse.

“El subsecretario (Pablo Wagner) nos pidió que hiciéramos un análisis socio ambiental de cuántas de estas inversiones tienen reales posibilidades de materializarse al menos antes del 2020”, indicó.

El peso de un gigante

El freno de las inversiones tendría un efecto en toda la economía local, ya que la minería es el actual motor productivo del cual dependen otras actividades, como el transporte, el comercio y diversos servicios. “En un escenario de reducción de proyectos, se tiene efectos inmediatos sobre toda la región”, aseguró Juan Carlos Sáez.
De acuerdo a una radiografía a los sectores productivos que aportan al PIB regional, estudio realizado por la seremía de Economía sobre la base de informes del Banco Central, mientras la minería en 2005 pesaba un 16,4 por ciento, en 2011 dicho porcentaje se incrementó a un 38,8 por ciento.

De ahí que un freno en la actividad minera se notaría y con fuerza. Si el motor de la economía local disminuye su pujante ritmo, es obvio que la industria contratará menos servicios y comprará menos bienes, inyectando menos recursos en otras ramas productivas. También requeriría de menos trabajadores, lo que tendría su efecto negativo en el mercado laboral.

Diario El Día
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