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Bolivia

El estaño, en los últimos días, hay bajado en su cotización a 8.08 dólares por libra fina, una preocupante situación que atenta contra las previsiones económicas del Estado, en lo que se refiere a la percepción de regalías y de utilidades.

02 de Agosto de 2012.- La rentabilidad de cualquier empresa, se basa lógicamente en cubrir los costos de producción, entre los que se encuentra el tiempo insumido en el trabajo, los salarios, los insumos, las previsiones, etc., con un remanente como resultado que genera utilidades para quienes han expuesto su capital.

El gobierno, dentro de la política que lleva adelante, ha decidido la nacionalización de los recursos naturales no renovables, como los campos petrolíferos y gasíferos además de los yacimientos mineros en manos de la actividad privada, como aconteció con Huanuni, Mallku Khota y ahora Colquiri.

En lo que se refiere al campo petrolero y gasífero se ha demostrado fehacientemente que ha sido un paso trascendental en la vida de los bolivianos, por cuanto los recursos o utilidades que antes de ahora eran exportados, hoy en día sirven a los bolivianos, con mayores ingresos porcentuales que benefician a cada departamento y región, así como para la otorgación de bonos a los sectores más necesitados.

Sin embargo, en cuanto al campo minero, el tema es diferente y preocupante, porque la fluctuación de precios de los minerales a nivel internacional es constante y no es estable como sería de desear.

El estaño, en los últimos días, hay bajado en su cotización a 8.08 dólares por libra fina, una preocupante situación que atenta contra las previsiones económicas del Estado, en lo que se refiere a la percepción de regalías y de utilidades.

Con esa situación, por ejemplo, la empresa Huanuni ya trabaja en forma deficitaria, considerando que su costo de producción actual por libra fina asciende a 8,50 dólares, que nos da alrededor de 0.42 dólares de pérdida, monto que no será cubierto por la misma empresa que actualmente tiene 4.800 trabajadores, los que pese a lo negativo del mercado internacional deberán percibir los mismos salarios.

Encima, en esta situación, también se incorporarán otros yacimientos de estaño y otros metales a la Corporación Minera de Bolivia, con la contratación de cientos de trabajadores, que contribuirán al déficit que ya afronta la máxima empresa minera estatal.

Lo sintomático y preocupante es que la parte sindicalista exige la nacionalización de otros yacimientos, los que se convertirán en fuentes de trabajo (necesarias en nuestro país), pero que las mismas reportarán déficits que a la larga tendrán que ser cubiertos por el Tesoro General de la Nación y por todos los bolivianos.

Se retacea la transferencia de áreas inmovilizadas de COMIBOL a las cooperativas mineras, que exponen su propio capital en dinero y humano, sin pedir nada al Estado, aduciendo que será esa entidad estatal la que las explotará, pero vemos que el incremento del sindicalismo tiene perspectivas de convertirse en una pesada carga para el Erario nacional, como ha sucedido antes, obligando al cierre de las minas entonces también nacionalizadas.

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