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Chile

Se considera un “entusiasta” del canto y un buen lector. Vez que puede y lo invitan, se escapa junto a su familia a la zona de Cauquenes para pasar algunos días y subraya que la felicidad plena está en compartir con la familia.

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Martes 13 de Noviembre de 2018.- Como un perseverante. De esta forma se define el Gerente de Estudios de la Sociedad Nacional de Minería (SONAMI), Álvaro Merino. “No hay que desmayarse a mitad de camino, hay que perseverar, seguir, luchar y siempre al final va a ver los frutos. Si uno persevera logra los objetivos”, sostiene.

Una vida marcada por la perseverancia desde sus orígenes, los cuales se remontan al Fundo Santa Rosa de Pilén, zona rural de Cauquenes en la Región del Maule, lugar donde nuestro protagonista del Lado Humano de este mes vivió hasta los nueve años, instante en que su familia decidió dar un giro en su vida y arribar a Santiago.

Para este ingeniero comercial con postgrado en administración de empresas y un MBA en negocios internacionales, su vinculación con la minería se dio por cosas del azar. “Toda mi vida había estado ligada al campo. Incluso mi trabajo de tesis en la universidad versó sobre un estudio relativo al mercado del vino”, relata y añade que “buscando nuevos horizontes laborales llegué a esta querida institución (SONAMI). Lo recuerdo muy bien, fue el 11 de abril de 1989”.

Álvaro Merino no olvida la fecha de su arribo y para él ha constituido “un alto honor” haber podido colaborar con grandes presidentes de esta entidad gremial, además, se considera “un privilegiado” pues ha podido desarrollar gran parte de su vida profesional en Sonami y permanecer en esta  institución hasta el día de hoy, siempre vinculado al área de estudios por casi 30 años.


Asimismo, cuenta que en la minería descubrió “un mundo desconocido y apasionante”, del cual solo tenía referencias de su abuelo, el cual al retirarse como oficial de marina a mediados de la década del 30, adquirió unos yacimientos de hierro en la zona de Vallenar, los cuales tras años de trabajo y espera  comenzaron a dar sus frutos a comienzos de los años cincuenta. “Estas tres faenas, Huantemé, Chañar Quemado y Socitas fueron los principales yacimientos de la época dorada del hierro en Chile, transformándose en la principal fuente de abastecimiento de la Compañía Minera Santa Bárbara creada en 1952”, detalla.

El gusto por la lectura

Desde muy pequeño, Álvaro Merino se dio cuenta que lo suyo no era lo deportivo como el común de los niños y disfrutaba realizando otras actividades como andar a caballo, que aprendió en forma paralela a caminar,  y posteriormente,  la  lectura, gusto que mantiene hasta el día de hoy. Se considera un buen lector al igual que su padre.

En este contexto, afirma que “siempre me gustó la lectura, leer los diarios sobre todo. Eso ocurría porque en mi casa permanentemente estaban todos los diarios y revistas de la época, todos los días. Eso lo mantengo hasta el día de hoy. Cuando no leo los diarios siento que me falta algo para iniciar el día”.

De paso, aclara que siempre le ha gustado y se ha interiorizado acerca de la historia de Chile. Es así que cuando niño y adolescente visitaba permanentemente el Museo Histórico Nacional, que estaba cerca de su casa.

Unos tesoros muy preciados

Respecto a esto último, Álvaro Merino devela a Portal Minero una pequeña colección que trata sobre la historia de la Guerra del Pacífico del autor Pascual Ahumada Moreno, la cual incluye seis tomos empastados en cuero.

“Este es mi pequeño tesoro. Es una obra muy interesante, editada en 1884, que contiene documentos oficiales de Chile, Perú, Bolivia y de la prensa de la época”.

“Pero lo más importante lo guardo bajo siete llaves, una carta de mi bisabuelo dirigida a su padre, fechada el 10 de junio de 1880, mediante la cual describe la toma del Morro de Arica, batalla en la que él participó como oficial del  3ero de Línea”.

Respecto a cómo llegaron  a sus manos nos explica que son una herencia familiar.

El canto y una anécdota

La conversación continúa en las oficinas de SONAMI, y Álvaro Merino nos cuenta su afición por el canto y que cada vez que realizan reuniones familiares siempre terminan cantando. Se considera un “entusiasta del canto” y confiesa una sabrosa anécdota.

“Hace un par de años estaba en Miami, había un karaoke en el hotel y nadie participaba. Entonces el animador ofreció barra libre para motivar a los asistentes, a los que se atrevan a cantar y tengan la aprobación del público. Posterior a eso, mi señora me instó a que cantara una canción. Lo hice, me aplaudieron y después canté dos canciones más. Lo curioso del caso es que a los cinco minutos de haber terminado de cantar, se acerca una persona quien me señaló que era representante de un sello discográfico y me ofreció realizar una audición con ellos y les respondí que por ningún motivo”, sostiene entre risas.

El campo y la familia: La felicidad plena

Álvaro Merino mantiene hermosos recuerdos de su etapa de niñez y juventud en el campo. “Durante nuestras vacaciones, nos juntábamos alrededor de 50 personas entre abuelos, papás,  hermanos, tíos, primos y amigos. Así que lo pasábamos muy bien”.


Son esos recuerdos familiares y el arraigo con el campo dos de las cosas que más atesora en su vida junto a su esposa, con quien lleva 32 años de matrimonio, sus tres hijos y dos nietos, con los cuales se reúne regularmente, ya sea en torno a un asado, una paella, “las excusas no faltan”, afirma.

“Desde nuestros orígenes hemos sido una familia muy aclanada. Ahora somos menos en número pero de igual manera nos vemos todas las semanas”, agrega.


Junto con ellos, Merino rescata la importancia del apoyo familiar para ejercer su trabajo.

“Para mí la familia es fundamental, es el pilar clave para el desarrollo de las personas. La felicidad plena está en compartir con la familia”, finaliza.

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