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Colombia

El Gobierno aclara que la Ley le permite a las mujeres laborar en superficie.

20 de Marzo de 2012.- Doris Villa luce aretes de topito, collar de perlas falsas, cabello en moña teñido de rojo y una sonrisa blanca que le ilumina el rostro. Está perfectamente maquillada y derrocha pulcritud, algo difícil si se tiene en cuenta que está justo a la entrada de una mina de carbón en la cuenca del Sinifaná (suroeste antioqueño), la principal área carbonera del departamento. De esta zona salen alrededor de 60.000 toneladas de carbón al año y la mitad se produce en minas informales, como en la que trabaja Villa.

Su oficio es arrastrar un minivagón repleto del mineral desde la boca del socavón, donde termina una especie de carrilera subterránea por la que rueda el vehículo. Allí, varios hombres sudorosos y con la cara tiznada le entregan la mercancía y regresan al agujero para seguir con su ruda labor.

La mujer se ve sonriente, aunque en los últimos días la desvela una preocupación: perder el empleo con el que sostiene a sus tres hijos. La razón es el Decreto 1335 del Ministerio de Minas y Energía, que prohíbe el trabajo "a las mujeres de todas las edades (...) en labores subterráneas relacionadas con la actividad minera". La norma exceptúa a las que "desempeñan labores de dirección y de supervisión en las minas". (Lea también: Con visitas sorpresa vigilarán condiciones de las minas)

Si bien el oficio de Villa no es subterráneo, en la región se ha extendido el rumor de que la prohibición también cobija a las mujeres que trabajan en superficie y, de hecho, algunas han sido despedidas por sus empleadores para evitar una posible sanción. Sin embargo, todos estos temores son infundados, según aclara el Servicio Geológico Colombiano (antiguo Ingeominas).

"Hay un error en la interpretación del decreto. Estas mujeres no tienen nada que temer -explica el director nacional de Seguridad y Salvamento Minero, Édgar Morales-. La norma prohíbe que las mujeres trabajen bajo tierra, pero no fuera de la mina, donde pueden desempeñar cualquier tipo de tarea".

Morales aclara que cuando el decreto dice que las mujeres solo pueden trabajar en dirección y supervisión, se refiere a las que eventualmente desarrollan sus labores dentro del socavón, como las ingenieras y las profesionales de la seguridad. "Esto no es lo mismo que decir que las que trabajen en la minería solo pueden hacerlo en tareas administrativas, que es como se está interpretando la norma", señala el funcionario.

¿Un trabajo para machos?

No hay censos oficiales para saber cuántas mujeres trabajan en la minería en la cuenca del Sinifaná, pero ellas mismas aseguran que en cada explotación informal hay por lo menos una o dos. Casi todas ejercen en los alrededores: limpiando, como 'malacateras' -las que arrastran los vagones- o clasificando el mineral. La gran mayoría ha heredado el oficio y son madres solteras, cabeza de familia y con bajo nivel educativo. En general, no cuentan con muchas opciones de vida más allá de la minería.

Villa -madre soltera y con tres hijos menores de ocho años- es un reflejo de esa realidad. Su padre y sus dos hermanos viven del carbón. Ella, nada más terminar la primaria, con 15 años, quedó embarazada por primera vez. Tres meses después del alumbramiento ya estaba a la entrada de un túnel carbonífero.

Una vez se empleó como doméstica en Medellín, pero se devolvió por los niños. "Yo prefiero estar acá, poder dejarlos bañaditos y desayunados antes de irme a la mina, y después volver por ellos a la escuela. Si trabajara en otro sitio, solo podría venir a verlos cada 15 días", dice, mientras apuntala sus pies enfundados en botas pantaneras para impulsar el último viaje de carbón del día. Lo hace con la misma soltura que si arrastrara una caja de cartón vacía y no los 800 kilos de metal y hulla que pesa la carga.

Cuando la mujer encaja el coche en un enrielado, tras un recorrido de 100 metros, el turno es para su compañera Luz Gissela Arenas, quien activa el malacate automático que sube la carga por la pendiente hasta el beneficiadero. Ya con el coche arriba, vacía el contenido en un montículo y, a paladas, lo clasifica pasándolo por una suerte de cedazo gigante.

Arenas tiene 29 años y hace cinco que trabaja como malacatera. Con poco más del mínimo que gana, paga arriendo en el corregimiento La Estación, de Angelópolis, y vela por tres hijos, de 14, 13 y 9 años. "Por acá los hombres son muy berracos para trabajar, pero flojos para responder", anota una excompañera suya, que interviene en la conversación.

A pesar de las arduas condiciones de su empleo, todas estas mujeres minimizan el esfuerzo que les demanda. "Esto es duro, pero solo al principio; después uno se acostumbra y es como cualquier trabajo", dice Arenas. Aunque juran que a ellas no las dejan ingresar al socavón, reconocen que saben de muchachas que hacen de 'barreteras' (tumban carbón dentro de la mina), porque se gana mejor.

Más que a un accidente laboral, le temen a quedarse sin empleo, como les pasó a Verónica Rojas, Ruby Betancur y Maricela Moncada, todas con hijos. A las dos primeras las despidieron en enero y a la tercera, el primer fin de semana de febrero. Todo por temor a una sanción que nunca llegará. 

Norma 'trasnochada'

Aunque el presidente de la Asociación de Mineros de la cuenca del Sinifaná, Rubén Darío Gómez, asegura que son muy pocas las mujeres de la región que trabajan dentro de las minas, a su juicio, el Decreto 1335 debe replantearse. "El Gobierno pretende desconocer que la mujer ha evolucionado mucho en el campo laboral -explica-. La prohibición de que desempeñen este tipo de tareas es muy extrema".

¿Un decreto machista?

El gobierno estudia modificar la normativa

El artículo cuarto del Decreto 1335 sobre seguridad en las labores subterráneas, que prohíbe a las mujeres trabajar dentro de las minas, fue promulgado en 1987 y su objetivo entonces era protegerlas de un oficio considerado rudo y de alto riesgo. Sin embargo, el Gobierno es consciente de que es posible que una normativa de hace 25 años se haya quedado desfasada. "Los servicios jurídicos del Ministerio de Minas están estudiando una posible reforma -afirma el director nacional de Seguridad y Salvamento Minero-. Es verdad que el sector de la minería ha evolucionado, tanto en su parte técnica como de condiciones laborales, y esto merece una revisión" (Eltiempo.com).

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